La vocación de Rosario Castellanos Figueroa fue crear con palabras. A través de sus sentimientos e ideales logró visualizar, nombrar, denunciar y encarar la realidad que vivía: injusticias y problemáticas sociales; hechos que perjudicaban a mujeres, gente pobre e indígenas. 

Rosario creció en Comitán, Chiapas, rodeada del grupo étnico tzeltal. Desde su posición de adolescente privilegiada, pues su familia tenía cultivos de café y azúcar, alcanzó a notar la discriminación e incluso abusos que sufrían los indígenas por parte de los criollos, mestizos y ladinos; principalmente el maltrato que sufrían las mujeres. Estos actos la llevaron a escribir ensayos y tesis que expusieron esta realidad a nivel nacional. 

En 1950 recibió su título de maestra en Filosofía y publicó su tesis Sobre cultura femenina, a partir de ese momento, ella comenzó la “liberación intelectual de las mujeres en México”, término que propuso Elena Poniatowska para hacer referencia al monopolio intelectual masculino que imperaba en el país. Su espíritu feminista no quedó sólo en palabras plasmadas en papel, sino en su actuar cotidiano como docente y activista. 

“Yo creo que si va a haber una revolución femenina no va a ser una cosa que simplemente reforme la superficie, sino que llegue realmente al fondo del problema”.

Castellanos escribió: cuento, novela, teatro, periodismo, ensayo, pero su género literario máximo fue la poesía, sus principales influencias fueron: Gabriela Mistral, con su parte emotiva y Jorge Guillén, quien le inspiró corriente de ideas. Rosario fue parte de la Generación de 1950, caracterizada por su gran variedad temática enfocada en renovar el idioma poético del México de entonces. 

Presencia 

Algún día lo sabré. Este cuerpo que ha sido
Mi albergue, mi prisión, mi hospital, es mi tumba.
Esto que uní alrededor de un ansia,
De un dolor, de un recuerdo,
Desertará buscando el agua, la hoja,
La espora original y aun lo inerte y la piedra.
Este nudo que fui (inextricable
De cóleras, traiciones, esperanzas,
Vislumbres repentinos, abandonos,
Hambres, gritos de miedo y desamparo
Y alegría fulgiendo en las tinieblas
Y palabras y amor y amor y amores)
Lo cortarán los años.
Nadie verá la destrucción. Ninguno
Recogerá la página inconclusa.
Entre el puñado de actos
Dispersos, aventados al azar, no habrá uno
Al que pongan aparte como a perla preciosa.
Y sin embargo, hermano, amante, hijo,
Amigo, antepasado,
No hay soledad, no hay muerte
Aunque yo olvide y aunque yo me acabe.
Hombre, donde tú estás, donde tú vives
Permaneceremos todos.

Hoy recordamos el aniversario luctuoso de Rosario Castellanos: mujer valiente, tenaz, sensible, empática y resiliente; quien nos heredó sus ideales para aplicarlos en nuestro contexto y en nuestra realidad, y así perpetuarlos hasta alcanzar la meta: justicia en todos los ámbitos, para todas y para todos.

© Cortesía