Feral: voces de la comuna, archivar para no olvidar
El día 0 inició con una llamada telefónica, era el INAH comunicándose con Diana, la mejor amiga de Eugenia, durante su estancia en Teotihuacan murió, su cuerpo cayó desde lo alto hacia la excavación, donde trabajaba. La segunda llamada, del colega de Eugenis amplió la información, no fue un accidente, una bala terminó con su vida y con ella, la llama de sus hermanas de comuna: Saratoga, Yunuen y desde luego, Diana.
Después del asesinato de una amiga, las cosas se ponen peor, hay tantas preguntas sobre sus últimos instantes, añoranza en los objetos, ya que, su aroma sigue ahí y sus pláticas aún te vienen a la cabeza. Extrañar duele, la incertidumbre asfixia, pero es mayor la rabia ante la incompetencia de los peritos, sus preguntas alusivas a la vida sexual de la difunta, su burocracia y tu impotencia para asignar un rostro a la culpa.
Feral es la materialización de años de entrega de la doctora en literatura, Gabriela Jauregui. Este libro, en palabras de su autora “es la historia de todas”, porque cada víctima de feminicidio es una mujer con historia, quien tejió redes y acuerpó a otras, nombrar a nuestras muertas es recrearlas para no olvidar.
Leer esta novela es encontrar figuras retóricas en cada frase, observar la radiografía de los espacios y personas, un relato no ortodoxo con líneas apuntando a varias direcciones a la vez, una narrativa desbordante y desobediente , pero con un gran apego hacia lo carnal, el sentipensar y el cuerpo.
Pese al contenido frío de la historia, Feral añade fantasía, ésta no es otra cosa más que la magia emergente de los saberes y dones de sus protagonistas; tenemos profetas, curanderas, músicas y filósofas, además de un gorrión guardian, las cachorras, lobas coyotas, mayates, forman parte de este también.
Como un líquen, esta curiosa formación de un hongo y poblaciones de cianobacterias o algas, una composición compleja con un vínculo estrecho, las rupturas las unieron, las heridas las sanaron, se hermanaron para formar comuna y acompañarse en el gozo. Fueron cuatro, ahora falta una, Eugenia, el día 0 es uno de tantos.
Recordar y nombrar es no ceder ante esta maquinaria de muerte asechante a las sombras de la cotidianidad, archivar, reconstruir, buscar para no quedarse con las versiones oficiales revictimizantes, escribir, documentar,crear ficción, hasta que no falte ni una más. Es mi conclusión después del Día 0, el mensaje de Feral.