Una de las bandas de indie rock más populares ha regresado con material nuevo. Se trata de The Drums , y su arquitecto Johnny Pierce elabora el trabajo más introspectivo de toda su carrera. 

Perfecto para esos días de soledad y en la oscuridad, tal y como está representado en la portada del disco, con Johny sentado, con una pose de arrepentimiento y tertulia, desnudo, en una silla, rodeado de melancolía azulada. 

Puede que no te sea familiar The Drums, pero, en definitiva, el proyecto unipersonal del músico Pierce no está en las sombras. Seguramente hayas escuchado canciones de sus primeros trabajos, como “Money” o “Let´s go surfing”. Canciones que ya mostraban una misma línea de realización. 

Pero los días de “Portamento” han quedado bastante atrás, y aunque el goce y éxito, sigue en pie para el ejecutor por la juventud que no deja descansar en paz al álbum, francamente los demás discos no han llegado a atraer a las masas. Pese a que cuentan con una calidad similar y una producción buena, discos de culto como “Abysmal Thoughts”. El hedonista detrás de “Heart Basel” sabía en claro que era el mismo placer lo que lo retraía de sus mayores demonios que lo habitan cada noche. 

Y es con Jonny donde conocemos a profundidad las vertientes del desamor y soledad, junto con sus dudas que han enmarcado a Johny por años. Como si de un diario se tratara. Un diario largo, pues está compuesto de 15 pistas que te tomará más de una hora leer e interpretar.

Ya con su apertura, establece todo lo anterior dicho, comenzando con el reflejo de su primera personalidad, su falta de desapego, imposición al olvido, “Why can´t I forget you”, como si esa frase merodeara en su mente, pero él diciéndolo en voz alta, como si de un soliloquio se tratase. Con “Isolette” caemos en su retorno a esa condición que él busca por su imposibilidad a tener conexiones humanas: “Forgive me if I left, I´m just back in the Isolette”. Y es cuando Johnny hace algo hermoso, transicionar la canción con un delay de su voz, pasando al tercer tema, la espectacular “I´m still scared” donde pasamos del clásico Post Punk Revival, a un Post Punk Revival Electrónico, con beats y loops de su voz, de esas canciones que escucharías en una discoteca underground, pero cuya letra es más siniestra y es enmascarada por su frenético ritmo y sintetizadores.

Parecido a algo que ha resaltado en The Smiths últimamente, sus canciones rítmicamente te evocan a bailar, o por lo mejor una sensación totalmente opuesta a lo miserable de sus letras. Algo que replica The Drums, resaltado por líneas de bajo en segundo plano pero que son el corazón de la canción, por lo acelerado y rítmico que supone, como sucede en “Plastic Envelope”, “Obvious” y “The Flowers”, todas con su respectiva retrospectiva sobre los oscuros pasajes que atormentaron a la niñez de aquel pequeño Jonny. 

La versión Deluxe incluye 5 canciones más que su versión original, alargando el álbum a los 70 minutos, un número que puede parecer aterrador cuando se habla de un trabajo musical, pues quien le dedica hoy en día ese tiempo a un álbum. Pero es toda una travesía que vale la pena recorrer. Es demasiado digerible y pegadizo, con varias canciones que podrían ser singles que cautivan por continuar el ejercicio formulaico que ha establecido por una década, como “Better”, “I want it all” o las ya mencionadas “Obvious” y “The Flowers”. 

Sin embargo, lo dinámico son esas transiciones que decide mantener en casi toda la primera parte del álbum, que sirven como un reposo en cuanto a su frenesí, pues la historia persiste y no se detiene, Jonny queriendo mantenernos en vela por lo que nos narra, sin metáforas ultra elaboradas, pero sí con progresiones y arreglos electrónicos sutiles. Tal como sucede con “Little Jonny”, “Harms”. 

Sin duda hay que darle su tiempo, con sus variaciones rítmicas, desde las clásicas guitarras de acompañamiento, líneas de bajos, hasta sintetizadores y guitarras acústicas. Al llegar a sus últimos cortes, sientes no haber atravesado la tormenta solo, y ese halo de esperanza que deja, es bastante reconfortante para el oyente, tras el diluvio que atravesó.