Desde pequeño, Alfonso Albacete tenía muy claro que quería dedicar su vida al cine. Con la inspiración de cineastas como Woody Allen y Pedro Almodóvar, Alfonso sintió que cualquiera podría tomar una cámara y salir a las calles a grabar su realidad. 

No obstante, durante su juventud las escuelas de cine en España eran privadas e inaccesibles para él, motivo por el que decidió estudiar Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid, al mismo tiempo que pagaba cursos y talleres especializados en cine y conseguía trabajos como asistente de dirección en producciones cinematográficas. 

Poco a poco, Albacete logró ganarse un lugar en diversas producciones: la serie de ficción Lorca: Muerte de un Poeta (1987-1988), la serie documental Centroamérica, cadena en acción (1990), así como producción audiovisual para Publicidad Contrapunto. El director le atribuye a su experiencia en estos formatos tan diversos su aclamada dirección de actores, la habilidad de contar historias de manera sintetizada y directa, y su aprecio por las realidades diferentes.

Son precisamente esas realidades diferentes las que han construido la filmografía del murciano. A través de la comedia, imágenes “cómic”, películas “pop” y la normalización de los temas LGBTTTIQ+, Alfonso Albacete, junto a David Menkes, ha podido posicionar su trabajo en el gusto del público y la crítica, a pesar de la discriminación y las críticas que ha enfrentado. 

Fue tan sólo en 2015 cuando Albacete dirigió Sólo Química, su primer largometraje como director solitario, experiencia que describe como el momento más feliz de su vida, pues ahora contaba con libertad creativa absoluta sin tener que consultar cada minúsculo detalle con colegas o segundos. 

Por otra parte, los gustos y talentos del español son multidisciplinarios. La música es una parte muy importante para el director de Más Que Amor, Frenesí (1996), quien se considera un músico frustrado, ya que cuando no está escribiendo guiones o dirigiendo películas, disfruta de escribir música en compañía de su guitarra.

El mundo literario tampoco ha quedado fuera del interés del cineasta, su libro Todo se mueve (2018) fue una incursión que le permitió sentir la autonomía narrativa que muchas veces se pierde en el mundo de la producción cinematográfica y audiovisual.

Con una adaptación televisiva en puerta y un próximo proyecto a grabar en México, Alfonso Albacete no muestra señales de saciar pronto su necesidad de contar historias en todos los formatos existentes. “La necesidad de contar historias es superior a mí, es mi vida” afirma.