La más reciente temporada de Black Mirror me ha dejado un sabor agridulce, atorada entre la brillantez de sus mejores capítulos y el agotamiento de su fórmula, Charlie Brooker ha escrito seis nuevos volúmenes dispares entre sí, donde el terror y la paranoia salvaje de sus mejores entregas, sólo se concentra en la mitad de sus capítulos.

A continuación les presento la temporada cuatro, del peor al mejor capítulo:

 

‘USS Callister’

En ‘USS Callister’, primer capítulo de la última temporada, todo sabe a fórmula. La temática del videojuego extremo, la tragedia de un perdedor que busca escape en el mundo virtual, la paradoja de la maldad humana exacerbada por la tecnología; todo se ha contado antes en Black Mirror y de mejor forma. Ni siquiera el homenaje a Star Trek logra levantar un capítulo espeso en su ritmo, confuso en su narrativa, vulgar en su estética y agotador en su duración.

‘Crocodile’

Las historias de la serie siempre se han construído a partir de la tensa relación entre la tecnología y la humanidad. En ‘Crocodile’, el tópico tecnológico se mete con calzador, no existe una relación íntima entre la psique de los protagonistas y el pánico distópico característico de la serie. Estamos ante un capítulo donde la tecnología no es más que una mera excusa para desarrollar un thriller simple, una trillada historia de asesinatos con un final tenso pero que no logra salvar su tedioso preludio.

‘Arkangel’

El anuncio de Jodie Foster en la silla de dirección, un trailer poderoso y una temática inquietante -la tecnología al servicio del control paternal-; me hicieron pensar que ‘Arkangel’ sería el capítulo cumbre de la cuarta temporada, sin embargo, la falta de ingenio de Foster en la dirección y sobre todo, un guión totalmente predecible hicieron de este capítulo una decepción. Gran inicio, insípido desarrollo y torpe final, así es ‘Arkangel’.

‘Hang the DJ’

Estamos ante la primer comedia romántica hecha por Black Mirror, un capítulo optimista -hasta cierto punto-, en donde por primera vez Charlie Broker deja de lado su fobia por la tecnología y le da la oportunidad de ser el catalizador para el amor.

¿Una aplicación para encontrar a tu pareja ideal? ¿El Tinder del futuro? Estas cuestiones se alejan radicalmente de nuestra idea de romance, sin embargo, Brooker se las ingenió para crear una historia encantadora y por momentos tierna -que dicho sea de paso, bebe mucho de The Lobster de Yorgos Lanthimos.

‘Black Museum’

Cuando se habla de Black Mirror, una de las influencias referidas habitualmente es la Dimensión Desconocida -Twilight Zone-. En ‘Black Museum’, último capítulo de la cuarta temporada, esta influencia se saborea más que en ningún otra historia. La narrativa dividida en flashbacks cortos, la dirección de actores, la bizarra estética -atención con los geniales y aterradores souvenirs del museo- y el humor ácido, recuerdan de inmediato a los universos de la Dimensión Desconocida.

El único problema con ‘Black Museum’ -y la razón por la que no se encuentra más arriba en la lista-, es que engloba demasiadas historias en un capítulo, por momentos la historia se siente incompleta y el final se percibe apresurado. Dejando de lado este pequeño “pero”, nos encontramos ante un gran capítulo: divertido, tenso y desconcertante.

‘Metalhead’

Algunos críticos lo han descrito como “el peor capítulo en la historia de Black Mirror“. Supongo que esta postura se debe a que la historia no es condescendiente con su público, no ofrece un contexto claro ni da una explicación de su universo postapocalíptico. ‘Metalhead’ es una narración simple, lineal y pura sobre la paranoia que la tecnología provoca en el ser humano.

Si se concibe como una fábula de terror -y no como una reflexión profunda-, se encuentran de inmediato los geniales aciertos del capítulo: el blanco y negro le da una fuerza estética al suspenso; el ritmo vertiginoso agranda la tensión entre cazador y presa; la construcción del robot asesino es brillante -tomaron una de las figuras más empáticas para el ser humano y la convirtieron en un temible depredador- y por si fuera poco, durante la épica persecución podemos escuchar ‘Golden Brown’ de The Stranglers.

De alguna forma, ‘Metalhead’ es la quintaesencia de Black Mirror, el miedo a la máquina en su estado más concentrado y “asimoviano”. Minimalista sí pero no por ello menos aterrador.