Tres años después del estreno de Morning Phase, álbum que le dio a Beck su Grammy como mejor disco del año, el artista californiano regresa con Colors, su más reciente producción.

A través de 11 tracks, Beck ha creado un edén dance que desde el minuto uno no se detiene. Beck es un artista que jamás se repite, su obsesión por la innovación y el movimiento es casi un dogma creativo.

Cuando ‘Colors’, primer track del disco suena en los audífonos, sabemos que este álbum nada tendrá que ver con su nostálgico predecesor. Inmediatamente se percibe al funk como el ritmo estrella del disco, ‘Seventh Heaven’ y ‘I´m So Free’ confirman que la percepción es realidad.

Beck ha abierto la pista de baile para nunca cerrarla, la fiesta infinita del güero continúa con ‘Dear Life’ y ‘No Distraction’ -mis pistas favoritas del álbum-, dos temas que recuerdan al mejor Jamiroquai con un toque de psicodelia californiana.

Colors continúa con ‘Wow’, un tema que se desmarca del resto de las pistas a través de un entorno experimental, Beck juega con sonidos juguetones y ensoñadores, sin duda una rareza del disco.

Cuando parece que el baile ha terminado y es tiempo de un descanso sonoro, el músico americano se rehúsa a bajar el ritmo y lo acelera al ritmo de ‘Up all Night’ y ‘Square One’, dos canciones que concretan un trabajo enfocado a un solo objetivo: el baile.

La relajación llega hasta el penúltimo track, ‘Fix Me’ desacelera el frenético ritmo y representa un pequeño respiro dentro de una locura funk. Colors cierra con ‘Dreams’, una canción que engloba el ánimo general del álbum, sin duda estamos ante un Beck luminoso, creativo y por qué no decirlo… feliz.

Si buscas al Beck de Odelay, Sea Change o Morning Phase; puedes decepcionarte con su nueva obra, Colors es el producto de un artista destinado a cambiar hasta su muerte, un camaleón eterno y colorido.