Sobre las ruinas de un teatro, bajo el cobijo de un oscuro cielo cuyas estrellas ceden el paso a las del escenario y con una atmósfera gobernada por una mezcla de emoción e incertidumbre, se desarrolla una obra que encara al espectador y lo implica en la construcción de la misma. El autor, dirigida por Benjamín Cann, es una puesta en escena que se deslinda de cualquier canon o paradigma teatral, atenta sobre el orden establecido de este arte milenario y propone uno nuevo con base el cuestionamiento profundo que realiza acerca del concepto de creación.

La trama se desarrolla mientras los espectadores esperan a que inicie “la obra” y se teje a partir de los recuerdos que un director (Alberto Estrella), dos actores (Carmen Madrid y Emilio Guerrero) y un espectador idealista (Miguel Santa Rita) tienen de una obra que causó conmoción en el público por su alto grado de violencia explícita. La barrera entre ficción y realidad, actor y público, historia y experiencia se borran completamente para crear una puesta en escena que se va construyendo gracias (y a pesar) de un público que tarda en recuperarse de la conmoción causada por esta heterodoxa manera de hacer teatro.

Los actores se distribuyen entre el público e inician una conversación con éste para darle forma a esta maleable obra cuyo génesis se encuentra en una conversación simple que sirve como detonante de una historia que le exige al público ser partícipe. Así, El autor hace un fuerte cuestionamiento acerca de quién es el verdadero creador de una obra: ¿El escritor que vierte su mente y alma en un papel; el actor que da vida al personaje; el espectador que moldea la obra con su respuesta?

Los cuestionamientos abundan y los actores tratan de dar respuesta a todos ellos a través de la vivencia que tuvieron al participar en una obra de un padre que ultrajaba física, sexual y psicológicamente a su hija. Los estragos que les dejó ese trabajo se hacen patentes en unos actores que tratan de expiar sus penas mediante a través de una conversación que mantienen con un público que es, en parte, culpable de dichas penas.

La ruptura que El autor tiene con los convencionalismos se hace evidente desde antes que inicie la obra, pues un inexistente escenario da paso a unas sillas aleatoriamente distribuidas en que conviven público y actores, obra y realidad, consciente y subconsciente, obra y creador. El ritmo intermitente que maneja gracias a la excelente combinación que despliega de tintes cómicos, trágicos e introspectivos dotan a la obra de interés e intriga que se mantiene hasta el último minuto.

El autor es una experiencia única que rebasa los límites establecidos por el teatro y esperados por los espectadores, involucra a estos últimos en su creación y los hace responsables de sus resultados. El final, congruente con la obra, es inesperado, impactante y alucinante. Esta obra se presentará todos los sábados del 14 de noviembre al 12 de diciembre a las 18:00 horas, en el lugar en que, otrora, se erguía El Círculo teatral. Los boletos pueden obtenerse en Boletópolis o una hora antes de la función. Las butacas se encuentran separadas para evitar contacto entre los asistentes y el uso de cubrebocas durante toda la obra es obligatorio.