Ésta es una historia para niños. Es para niños porque tienen peculiaridades invaluables: inteligencia, inventiva y un deseo de comprender su sitio. Es también para todos. Es la historia de una catarina que un día, entre miedo y osadía, decide abandonar aquél que le han hecho creer, es su lugar: un campo de lechugas. Pina decide andar, andar y buscar; buscarse tal vez. 

En un entorno donde el recuerdo del teatro está ausente Pina se encontrará con la luz que proviene de otros seres, con artistas aprisionados por el miedo, mentes ingeniosas y también con un torbellino de inconvenientes que la llevarán a cumplir un objetivo fijo: encontrar el último teatro del mundo. Y es que, en una búsqueda tan cabal, la meta final es solo una pieza más de todos los hallazgos y recuerdos del recorrido. 

Varios de los síntomas de los que el género musical adolece según algunos críticos se disipan aquí. Para empezar, tenemos un libreto sólido a cargo del dramaturgo y director José Manuel López Velarde quien tejió un texto cuya profundidad tiene como vehículo el humor, la gracia e imaginación de unos personajes no solo bien delineados en su relato sino también en su corporalidad: sus actores les brindan una voz y marca única.  

Como ejemplo de lo anterior, en el elenco encontramos a Paloma Cordero quien con imborrable precisión y armonía es capaz de interpretar tres de los personajes principales de la obra; ninguno con menos nivel que otro. Asimismo, encontramos a un Mauricio Hernández pleno; cuyo rango de talento y habilidades histriónicas van desde la maldad hasta la inocencia y de la farsa a lo más franco. 

En este equipo nadie se encuentra por debajo del otro. Paloma Hoyos demuestra su perspicacia física para entregar su relato a través de su expresión corporal; Marco Paredes conmueve con su gran solidaridad y experiencia; mientras que Pablo Rodríguez da un soporte impecable a los diversos elementos de la obra y hablando de la música; Iker Madrid demuestra nuevamente que no solo es un gran vocalista y actor sino un músico que entiende a los sonidos como un catalizador natural del hecho escénico. 

Siguiendo los debates de la transición de un triple threat a un actor musician, los seis actores se apoderan de otro elemento más: pues son ellos quienes además de actuar, interpretan la música en vivo con instrumentos creados por La Orquesta Basura y otro gran número de objetos que demuestran el alto nivel de creatividad sobre el que se gestó la obra y permiten que el espectador tenga constantemente un elemento visual y sonoro nuevo. 

Escenografía, vestuario e iluminación suman y completan uno de los trabajos musicales más redondos de los últimos años y además totalmente mexicano. Si la historia de Pina termina esta vez con su última temporada, seguramente el impacto de El último teatro del mundo resistirá en la memoria de decenas de espectadores y creadores que se han conmovido ante ella. El teatro mexicano demuestra una vez más que donde hay rigor y corazón habrá siempre un espacio donde los mil sonidos se harán solo una voz.

  • Lugar: La Teatrería (Tabasco 156, Col. Roma Norte). 
  • Dramaturgia: José Manuel López Velarde
  • Música: Iker Madrid
  • Elenco: Paloma Cordero, Mauricio Hernández, Paloma Hoyos, Pablo Rodríguez, Marco Paredes, Iker Madrid.
  • Temporada: Sábados y domingos 12:30 hrs, del 15 de febrero al 12 de abril. 
  • Boletos: http://www.lateatreria.com