Hace unos días, como de costumbre, el presidente de los Estados Unidos dictaba la agenda en los medios de comunicación. Las opiniones se generaban en todos lados sobre un tema viejísimo, pero de discusión eterna. Resulta que el político septuagenario bloquearía las solicitudes de asilo a la mayoría de los migrantes que buscaran entrar a su territorio. Mucha gente afirma buscar espectáculos que los aíslen de la cotidianeidad. Personalmente celebro cuando encuentro una obra con la capacidad de retomar las heridas para después revelarlas en una imagen que retrata la situación de una infinidad de rostros sin nombre.

La intimidad que brinda La Capilla es el lugar oportuno para emular un cuarto que es recámara, cocina, comedor, ropero y ring. Un cuarto cuyas enormes dimensiones solo necesitan de un solo foco para ser alumbrado, pues cuando alguien tiene la necesidad de pensar un territorio opulento sobra y cuando alguien vive para su trabajo, un espacio para dormir parece ser suficiente. Es gracias a esta enrome diferencia en las necesidades que la historia de estos extranjeros concurre y a veces disiente: un idealista y un soñador que en momentos son sinónimos y en otros contrarios. 

Foto de Marco A. Basurto

El escenario es éste y el tiempo es la víspera de Año Nuevo. En numerosas ocasiones no se necesita más que los detonantes precisos para que el encuentro de dos humanos de andares y visiones distintas se confronten; luchen por la razón; se escuchen; intenten jalar el gatillo y, cuando la marea adquiere suficiente calma, se fundan. Así es el texto del polaco Slawomir Mrozek: agudo y también necesario en días donde lo humano se ha desdibujado hasta los juicios basado en una dualidad absoluta: se es negro o blanco; se es oriundo o migrante: en días donde las historias de vida pierden su valor.  

La manera con la que Jesús Delgado encarna a su personaje contiene la severidad precisa y la inquietud natural que surge en cualquier intelectual que haya decidido aferrarse a las ideas de pensadores antisistema y cuya solución más tangible es despojarse del poseer para buscar en la reclusión la reconstrucción esencial del ser. Con el mismo nivel, Sebastián Torres interpreta al obrero-campesino ─alienado para los marxistas─ hombre de pensar menos abstracto y objetivos menos rebuscados que no lo hacen menos humano y cuya gracia dota al montaje de una audaz comicidad. Un elenco sin parangón. 

Foto de Marco A. Basurto

Indudablemente Emigrantes, bajo la dirección de Jesús Delgado y Dimas González, es una obra donde también los colores dialogan con la historia y es una anécdota que hiere a la vez que encuentra espacios donde aún en la pesadumbre de situaciones absurdas y confusas es posible conservar el humor y ceder un poco ante los motivos del otro para no estar tan solos y, tal vez, para no matarse. Porque aún dentro de la intolerancia y la violencia ligada a los falsos atisbos de nacionalismos donde ─a nuestra conveniencia─ enunciamos que lo foráneo está aderezado de disturbios se nos olvida recordar que extranjeros hemos sido todos. 

Foto de Marco A. Basurto

 

  • Emigrantes del Grupo Teatral Emergente
  • Funciones: Domingos 18:00 horas del 14 de julio al 1 de septiembre. 
  • Lugar: La Capilla Teatro. 
  • Escenografía: Miguel Moreno
  • Iluminación: Erick George
  • Vestuario: Jesús Delgado