La mayoría de nosotros quisiera utilizar el arte como un medio para quemar todo eso que llevamos dentro, que continúa hiriendonos. Para liberar de una vez por todas viejos gritos ahogados, para poder seguir adelante. Shia LaBeouf lo ha logrado y con el corazón en la mano ha estrenado su primer largometraje como guionista, Honey Boy

Honey Boy: Un Niño Encantador (Honey Boy) es una película de 2019, dirigida por Alma Har’el y estelarizada por Shia LaBeouf, Lucas Hedges, Noah Jupe y FKA Twigs. La cinta cuenta la historia de Otis Lort, un conflictuado actor que se ve obligado por la corte a entrar a rehabilitación después de causar un accidente automovilístico. Durante su estancia, Otis tendrá que revisitar su pasado y la complicada relación con su distante padre.

Con una sensible y reservada dirección, Alma Har’el consigue amalgamar a la perfección con el guión escrito por el actor estadounidense, resultando en una sensible narrativa audiovisual que cumple a la perfección su objetivo, aunque hay un pequeño elemento presente durante todo momento que nos mantiene a medio paso de la completa conexión emocional. 

Toda persona que haya nacido entre 1990 y 1999, conoce el nombre o el rostro de Shia LaBeouf, ya sea por su extenso trabajo en cine y televisión o sus recientes escándalos relacionados a sus adicciones y problemas de personalidad. Es por esto que resulta casi imposible sacudirnos la extraña sensación de subjetiva conciencia metatextual de ver a LaBeouf contarnos la historia como él la vivió, al mismo tiempo que interpreta a su propio padre.  

A lo largo de la cinta, es claro que el actor y escritor, además de todo el elenco, están comprometidos con el proyecto, sin embargo, es en los últimos 25 minutos de la producción donde encontramos los momentos cumbre en el guión y las capacidades histriónicas y narrativas de todo el equipo, cerrando en una agridulce nota alta. 

En Honey Boy, Shia LaBeouf entrega su corazón expuesto en forma de una catártica epístola cinematográfica. Una carta sobre su vida, presentando a su padre no como un monstruo, sino como un ser profundamente conflictuado que hizo lo que pudo con lo que tenía. Una carta sobre el perdón y la necesidad de soltar el pasado para poder seguir hacia adelante. Una carta que, con algunas reservas, seguramente conectará con más de un espectador, llegando a las fibras correctas y desquitando por completo su boleto de admisión.