La directora mexicana Lila Avilés se presenta en el gremio cinematográfico con su ópera prima La Camarista. Este debut ha estado coronado por el éxito, así lo demuestra el galardón obtenido por mejor película mexicana en el 16º Festival Internacional de Cine de Morelia y el Premio Ariel a la Mejor Ópera Prima.

Esto no es gratuito, La Camarista es una cinta que con una historia simple logra mostrar problemas complejos del México actual como la falta de oportunidades de crecimiento para ciertas clases sociales, la fe en el exceso de trabajo como una falsa promesa para progresar y las vicisitudes a las que debe enfrentarse una madre soltera en este país.

La trama de esta cinta gira en torno a Evelia o Eve(Gabriela Cartol) quien trabaja como camarista en un lujoso hotel de la Ciudad de México. Ella labora en el piso 21 y sueña con ser ascendida al ostentoso piso 42, que implicaría hacer la limpieza de los cuartos más suntuosos y como consecuencia un aumento considerable de su sueldo. Con la mente fija en su hijo de cuatro años, al que nunca ve, Eve labora horas extras e incluso ingresa a clases matutinas para conseguir su bachillerato, con la esperanza de conseguir el ansiado piso 42.

Lila Avilés retrata de manera magistral el trabajo que desempeña esta camarista, mostrándonos las técnicas que utiliza para dejar pulcros y con una excelente presentación todos y cada uno de los cuartos de su piso. Lo anterior no carece de importancia pues muestra un cúmulo de actividades que normalmente se encuentran vedadas al público, enfatizando la importancia y la carga que implica esta labor para Eve y sus compañeras.

El uso de planos estáticos muestra la monotonía que este trabajo implica, pues durante toda la cinta se muestra una y otra vez la manera en que la protagonista limpia  cuartos que parecen no tener fin. Asimismo, la cinta nos muestra a Evelia en planos cerrados, señalando que el hotel es para ella una prisión que le impide ver a su hijo o alcanzar la vida que tienen aquellas personas para las que ella limpia. La cámara nunca sale del hotel, posible augurio del futuro de Eve quien comparte actividades con mujeres que han trabajado allí por más de 20 años.

La ausencia de música en el filme es significativa del perfil que tiene la protagonista, una joven madre soltera tímida, de mirada triste y antisocial, para quien el arte es un lujo ajeno, pues su trabajo la consume. Es interesante este hecho, pues mientras la mayoría de las películas enfatizan los momentos más alegres o deprimentes de las historias que cuentan, Lila Avilés apuesta por mostrarnos esto a través del silencio, focalizándose en la mirada de su protagonista.

Otro punto interesante de la película es el contraste que se muestra entre Eve, cuya ropa de trabajo es de un tono gris, y el ambiente en el que labora en donde el color blanco, que simboliza a la clase social alta para quien ella limpia, la domina, la envuelve, la asfixia. Aquí el blanco no se asocia a la bondad, sino a la opulencia de unas personas para quien Eve es un ser invisible.

La Camarista es una buena película basada en planos fijos y cerrados, con un ritmo cansino, que es apuntalada con momentos cómicos que sirven como escape para Eve de un entorno hostil y monótono. Lila Avilés logra que su debut genere interés por sus próximos trabajos. Esta película se aleja de los cánones impuestos por el cine mexicano actual y apuesta por una manera distinta de contar una historia que, se espera, marque un hito en un cine nacional plagado de comedias baratas e historias sin ambición.