En la oscuridad, el ferrocarril “Leyes de indias” exhala agonía, silba anunciando su partida hacia un rumbo desconocido, ajeno, incierto. En los vagones principales se encuentran acomodados los españoles la “gente de razón” que goza de las prerrogativas que le brinda un México “independiente”. En la parte trasera, en donde va la carga, los indios se aferran al techo del monstruo metálico, entre ese cúmulo de piel morena se vislumbra a una mujer de vista cansada, rebozo rojo y arrugas que certifican el paso del tiempo: La Soldadera.

Después de 60 años de estrenar su primera obra el Dramaturgo Miguel Sabido regresa al Teatro La Capilla para presentarnos, por sexta ocasión, su monólogo La Soldadera, interpretada por Martha Zavaleta. A través de esta puesta en escena Sabido cuestiona la existencia de la revolución mexicana, crítica la idealización que se hizo (y continúa haciéndose) de los caudillos y, por medio de una mujer guerrera, le da voz al pilar anónimo de esa guerra fratricida, los indios.

Foto: Ofelia Correa

El ferrocarril en el que viaja la protagonista funge como metáfora de su vida, una vida plagada de sufrimiento e injusticia. Cada estación en la que se detiene el tren es un pasaje de la vida de La Soldadera, quien, de viva voz, relata su infancia en la Hacienda “Los Gallos” donde sufrió vejaciones por parte de su patrón; cuenta cómo conoció a Pancho Villa y se unió a sus filas; rememora el regreso a la Hacienda que la esclavizó por años y su inminente destrucción a mano de las fuerzas revolucionarias; narra el asesinato de su General Pancho; describe las vicisitudes que una mujer padeció durante la guerra y evoca el momento en que conoció a Emiliano Zapata, se unió a las filas de éste y lloró su muerte.

El ferrocarril, símbolo del Porfiriato, cruza el país, avanzando endemoniadamente al mismo ritmo que la guerra revolucionaria, conforme La Soldadera se acerca al final de su narración, las dudas sobre el significado de la pelea en la que ha arriesgado su sangre se acumulan “¿Para qué peleamos? Se cuestiona después de ver sentados en la silla presidencial a personajes tan antagónicos como Madero, Huerta y Obregón. Su monólogo se convierte en una crítica a una Revolución inexistente y ajena al problema central de la misma: el derecho de los indígenas.

Foto: Ofelia Correa


La actuación de Martha Zavaleta es excelsa, el ritmo que maneja, por medio de su voz, lleva al espectador a vivir con ella los sufrimientos de su infancia en la hacienda y los momentos más cruentos de la guerra. El manejo del tono genera que el público pase del llanto a la risa en cuestión de segundos y la escases de movimientos refleja a un personaje que durante toda su vida se ha visto atada a un sistema opresor que la discrimina por haber nacido indígena.

Foto: Ofelia Correa

Esta obra es una experiencia inmersiva en la que el juego de luces permite al asistente viajar, anacrónicamente, a los distintos pasajes de la vida que nos relata La soldadera. El sonido del ferrocarril en movimiento, las balas derramadas a lo largo de la guerra y las voces de personajes del pasado que representaron un punto importante en la vida de la protagonista, permite que el monólogo se convierta en algo más que un simple relato. La escenografía permite que la protagonista tenga un diálogo con los actores principales de la guerra, así como las personas que estuvieron con ella en las batallas.

Foto: Ofelia Correa

La Soldadera es una obra que revisa, de forma crítica, la historia de México, crítica a una revolución que, según el autor y su protagonista, no existió; en donde los héroes se muestran tan humanos como los muertos anónimos y la pregunta sigue en el aire ¿por qué luchamos? La Soldadera se presentará los jueves del 21 de febrero al 28 de marzo a las 20:00 horas en el Teatro La Capilla.

  • Libreto y dirección: Miguel Sabido.
  • Actuación: Martha Zavaleta.
  • Producción ejecutiva: Irene Sabido.
  • Escenografía: Víctor Chochez.