El Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) se ha distinguido por la selección de obras que presenta, en la que año con año figuran apellidos como Cuarón, Iñárritu, Reygadas, Luna y otros nombres mexicanos. Este año Gael García fue el responsable de encabezar el talento nacional al ser uno de los voceros de Pablo Larraín, director de Neruda, la cinta que dio por inaugurado el FICM.

El largometraje conjugó diversos factores que generaron expectativas. Por un lado, se esperaba la visión ya recurrente de Larraín sobre su natal Chile; por el otro, no se podía  pasar por alto el nombre que da vida a la historia, el poeta vanguardista, el Nobel de Literatura, el político y diplomático: Pablo Neruda. Aunado a ello, Gael García aportó la rentabilidad de su nombre en los créditos y más aún la inquietud por verlo repetir dupla con el director, como lo hiciera en la cinta NO,  lo mismo Luis Gnecco.

Y aunque el entusiasmo de la audiencia es alimento del artista, también resulta un peligro. Bien dicen que es imposible complacer a todos, pero cuando se han creado grandes esperanzas, se vuelve todo un reto superar las exigencias del público. Neruda puede considerarse la excepción de la regla. Durante los primeros minutos vemos la historia del poeta en su papel de político, interrumpido por una voz que narra y complementa los detalles.

Justo cuando pienso que se trata de una autobiografía más que será sobrevalorada, comienza a brotar la magia en la pantalla. Poco a poco la cinta se va distinguiendo del resto. Una narrativa que por momentos recuerda a Michel Gondry sin perder la esencia de Larraín. Un Gnecco más contenido, preciso en su interpretación y un acento que sale de la pantalla para demostrar la madurez de García Bernal como actor distinguen la obra.

La representación de la  persecución política y el gobierno de Gabriel González Videla se mezcla con las excentricidades y el apetito sexual de Pablo Neruda. Si bien la película centra su trama en la audacia del escritor para burlar a las autoridades, conforme avanza la historia Oscar Peluchoneau (Gael García), el policía responsable -y con una obsesión-  por encontrar a Neruda, roba protagonismo al poeta para finalmente develar el verdadero objetivo de Larraín: rendir homenaje al convertir su obra en una poesía.

Sí, el director chileno lo hizo. Larraín llevó un poema a la pantalla grande y para hacerlo se inspiró en la historia de un hombre cuya vida bien pudo salir de la mente de cualquier cineasta; pareciera que Neruda escribió su propia historia para ser contada en el cine. El largometraje fluye con naturalidad, conjunta sutilezas en su narrativa, en sus encuadres, en el desarrollo de sus personajes. Es un juego que engaña al espectador, lo  lleva por un sendero inesperado para cumplir los caprichos, superar cualquier expectativa e incitar al público a sumergirse en un mundo de poesía visual.

  • Neruda
  • Chile, 2016
  • Director: Pablo Larraín
  • Guión: Guillermo Calderón
  • Con: Luis Gnecco, Gael García Bernal, Mercedes Morán, Alfredo Castro
  • Duración: 107 min.