A los asiduos fanáticos de la película original de Ridley Scott -que no son pocos-, la idea de una secuela de Blade Runner resultaba escalofriante.

La integración de Denis Villeneuve a la filmación, era el primer síntoma de buena salud del proyecto. El director canadiense, cuya corta pero deslumbrante filmografía ha resultado una bocanada de aire fresco para la industria actual, resultaba un tranquilizante digno de diazepam para los fanáticos más recalcitrantes.

Con el primer trailer, la tranquilidad se convirtió en ilusión. La salvaje estética de Villeneuve no sólo era fiel al film original -el abanico de luces neón, la puesta en escena tenebrista, la atmósfera desesperanzadora-, también agregaba cierto aire de actualidad y el sello personal del director.

Este fin de semana, Blade Runner 2049 al fin se estrenó en salas mexicanas y puso fin a todas las incertidumbres que la rodeaban, para dar paso a las opiniones. La película continúa con la historia de Rick Deckard 30 años después de su destierro, un nuevo agente policiaco -“K”- deberá tomar la batuta de Deckard a fin de mantener intactos los siniestros intereses de la corporación Tyrell.

El primer gran acierto de la película, está en seguir los cánones de toda buena secuela:

  1. Respetar la mitología de la película original, sin convertirla en un simple ejercicio de nostalgia.
  2. Agregar personajes memorables a la nueva historia, sin convertirlos en parodias de los antiguos.
  3. Crear interés en una nueva historia, a través del entramado dramático presente en el argumento original.

El segundo acierto de Villeneuve, es entender el género en el que se mueve Blade Runner. Debemos recordar que la película no es más que un film de detectives engendrado en la tradición más profunda del Film Noir. El director utiliza todas las claves del género para crear una historia clásica, con aires del viejo Hollywood y un ritmo que se cocina a fuego lento.

El tercer acierto de Blade Runner 2049 es Ryan Gosling. En una película donde todo es frío por convicción -puesta en escena, actuaciones, ritmo-, es el personaje de Gosling el que le da calidez a la historia.  De manera admirable, el actor equilibra la dureza del clásico detective del cine negro, con la vulnerabilidad de una pobre alma destinada a la derrota. Como Bogart, Cagney o Mitchum; Gosling sigue su camino a la tragedia con infranqueable dignidad, caminando hacia un precipicio de forma consciente y valiente.

Existe algo en la tragedia del personaje de Ryan Gosling que me descolocó de manera potente, el derrumbe de su esperanza es el alma y corazón de Blade Runner 2049.

El cuarto y último acierto del film, es la fotografía de Roger Deakins. Su interminable ruleta de colores nos da la impresión que asistimos a una película diferente en cada fotograma, a veces fluorescente, a veces noir, por momentos pálida y a ratos luminosa. La luz de Deakins dota a  la imagen de Villeneuve de vida y la matiza en distintos estados de ánimo.

Decir que Blade Runner 2049 es peor o mejor que la película original, es una discusión sin efecto ni sentido. El film de Denis Villeneuve ha llegado para nutrir el universo de Blade Runner con gran atractivo y sobre todo, con un alma propia.

Sí, existen rasgos insuperables de la obra de Ridley Scott -el diálogo final, la innovación de su estética, el tratado de un futuro temiblemente palpable-, sin embargo, debemos acercarnos a Blade Runner 2049 con ojos frescos, mente abierta y memoria intacta, si lo hacemos de esta forma, la experiencia puede llegar a ser grandiosa.

  • Blade Runner 2049
  • Estados Unidos, 2017
  • Director: Denis Villeneuve
  • Guión: Hampton Fancher, Michael Green
  • Con: Ryan Gosling, Harrison Ford, Jared Leto, Ana de Armas.
  • Duración: 163 min.