Pájaros, la extinción de la juventud
Encontrar, separar, vender, el ciclo en un tiradero de basura en el que Tomy y Roque son partícipes. Cada uno terminó en ese lugar por circunstancias muy distintas pero se han aceptado el uno al otro como compañeros para emprender la búsqueda de un tesoro entre entre objetos abandonados que dejaron de cobrar sentido a alguien más.
Los clasificadores separan más que la basura. Separan recuerdos, nostalgia, cajas que guardan quién sabe cuántas aventuras y juguetes partidos por la mitad que empiezan una nueva vida con un nuevo cuerpo. Cuando los objetos llegan a sus manos les encuentran una historia, uno en particular cambia la jugada: un pájaro, uno vivo.
Cuando nombras la realidad algo cambia. Jerry Lee, es el nombre que decidieron darle al ave que aterrizó a su realidad, obligándoles a indagar en su ser y ejercitar el corazón para hacerse cargo del cuidado de un ser vivo. A la par de aquellos dos cómplices interpretados por Omar Sorroza y Daniel Lemus, los y las espectadoras nos enfrentamos a la incertidumbre del destino del nuevo integrante emplumado.
Cada uno arrastra más que costales llenos de desechos, tienen guardado más adentro su pasado, como todo, aunque se tire a la basura, en algún momento sale a la luz. Tienen a Rosita, Flor y a la Güera, detonantes que se cruzan para poner a prueba lo que es más importante, su apego al amigo diminuto o sus entrañables ganas por cambiar su presente. Jerry Lee, su ave en peligro de extinción tiene un precio de diez mil pesos, pero hay un precio que pesa más en el transcurso a la madurez.
La dramaturgia y dirección de Tania Yabel Maurén Degollado, explora en un lugar poco conocido, el basurero. El trabajo de la obra Pájaros, la extinción de la juventud, es un proyecto fruto de una investigación previa en el Bordo de Xochiaca. La escenografía, construida por desechos que recolectaron de ese mismo lugar, ahora son manipulados de una forma astuta para la narrativa de la historia.
La virtualidad, permite a los personajes crear un vínculo directamente a quien se encuentre detrás de la pantalla, un momento íntimo gracias al juego entre las cámaras colocadas en dos esquinas de ese lugar que los encierra entre cuerdas y objetos que cobran vida. Una ficción que nos invita a conocer las vidas que pasan dentro de los tiraderos, de ese lado que queda olvidado y sin supervisión.
Las funciones son híbridas en el Teatro la Capilla, puedes adquirir los boletos para asistir al recinto o verla desde la virtualidad a través de la plataforma zoom, los domingos a las 12:30 del 21 de febrero al 14 de marzo con un costo de elección desde $100 a $300. La compañía T3Y, ofrece en una hora, una puesta en escena que planta una semilla de empatía y sensibilización hacia una de las profesiones más estigmatizadas.