Que no se culpe a nadie de mi muerte
Después de casi un año sin pisar el escenario, Valeria Vera regresó al teatro con una obra que retrata un tema fuerte, como lo es el suicido, desde un punto de vista cómico que, lejos de restarle seriedad al tema, revaloriza la importancia de hablar sobre este (aún) tabú. Que no se culpe de mi muerte se presenta en formato híbrido para ajustarse al contexto social actual, así el público puede elegir entre asistir al Foro Shakespeare para apreciar este monólogo de humor negro u optar por disfrutarlo vía streaming.
En Que no se culpe a nadie de mi muerte Valeria Vera interpreta a cinco distintos personajes que servirán como hilo conductor para narrar la historia de una mujer que se encuentra al borde del suicidio y las causas que la orillaron a tomar esa fatal decisión. La protagonista está en espera de una llamada que podría cambiar su decisión, constantemente se acerca al teléfono clamando por esa llamada que tal vez nunca llegue o se presente muy tarde.
Con un humor negro que no llega a lo ofensivo, la protagonista escarbará en lo más profundo de su memoria para encontrar los sucesos que marcaron su vida y la llevaron a elegir prescindir de ella. Su católica, alcohólica y despiadada madre, su drogadicta hermana, la racista de su abuela, la monja que la educó y ocultó la violación que sufrió y su más reciente pareja se presentarán en el escenario, que funge como la mente de la protagonista, para mostrarse como las piezas de ese rompecabezas que forma una imagen de la muerte autoinfligida.
La actuación de Valeria Vera es excelente, la actriz logra dominar y apropiarse de cada uno de los personajes que interpreta, los dota de un toque único que por momentos logra que el espectador olvide que es la misma mujer la que nos presenta a estos contrastantes personajes. El humor con el que narra la proximidad de la muerte permite que el tema del suicidio se analice desde un punto de vista más humanizado y permite realizar un estudio de los factores que pueden incidir para que una mujer decida quitarse la vida.
Es importante mencionar que el papel de la protagonista funge como metáfora de todas aquellas mujeres que padecen violencia de género y los personajes que Valeria interpreta se desbordan para hacer una crítica a las instituciones sociales que les imponen a las mujeres un estilo de vida limitado.
La madre, en la figura del estado; la abuela, como reflejo de las costumbres del país; la hermana, figurando como remedo de una juventud que heredó el machismo; la monja, como crítica a las instituciones religiosas que menosprecian a las mujeres, todas estas instituciones son evidenciadas como factores de riesgo para la vida de las mujeres.
Mientras Que no se culpe a nadie de mi muerte se diluye en un mar de risas por la pertinencia de los diálogos y la estupenda actuación de Valeria, la crítica y el señalamiento a la sociedad, como responsable de un evento trágico como el suicidio de una mujer, reluce.
Lo ascético del escenario sirve como perfecto símil de la vacía vida de la protagonista que no encuentra en ningún resquicio de su mente el ánimo para continuar con su vida. La llamada que espera obsesivamente durante toda la obra tal vez no sea la de su novio, quizá la llamada que espera es la de una sociedad indulgente que libere a esta mujer del peso de los estereotipos y roles sociales con que la invistieron y le permitan vivir su vida de una manera libre.
Valeria Vera demuestra el dominio que tiene tanto del escenario como de las pantallas de los espectadores al hacerlos partícipes de este monólogo cómico, mediante la apelación directa a los mismos. Y lejos de fungir únicamente como una herramienta para interactuar con el público, la obra interpela directamente al público para subrayar la importancia que éste tiene para coadyuvar en la eliminación de la violencia de género.
Que no se culpe a nadie de mi muerte, escrita por Humberto Robles y dirigida por Andrés Tena, no es la historia de una mujer al borde del suicidio, es la historia de miles de mujeres que día a día sufren bajo el yugo de la violencia de género que limita sus vidas y las orilla al límite. Este monólogo es una perfecta combinación entre el humor negro y la crítica social y se presentará el 03 de noviembre del 2020 tanto en el Foro Shakespeare como de forma virtual a través de la plataforma Nerrme.tv.