Sonámbulos

Sentimiento de percusión que impulsa a correr y seguir corriendo. A lo lejos una puerta que parece familiar, sin tener ninguna certeza de lo que hay al otro lado, ofrece una posible salida a aquello que sin rostro va detrás. La puerta se abre, de pronto una fuerte carga de adrenalina recorre el cuerpo, un sentimiento de vacío nos hace brincar de la cama, pero el sueño es tan pesado que no logramos despertar ¿o no queremos hacerlo?

Saber de qué color era la puerta, si se corría descalzo, desnudo, solo o acompañado son detalles que parecieran significativos para dar una interpretación a nuestros sueños, pero también es una excusa para evadir lo verdaderamente importante: nuestro día a día. ¿Cómo seguir adelante? ¿Es mejor hablar o ahogar los problemas? ¿Es posible empezar de nuevo cuando se ha ultrajado la dignidad?

Reynolds Robledo, dramaturgo y director de Sonámbulos, recorre un oscuro y doloroso camino hacia ese andar del que pocos queremos salir. Una vida donde cada paso es mecánico, mientras enterramos en lo más profundo el dolor, el miedo… la desesperación. La obra, que estrena su segunda temporada en La Teatrería, nos hace testigos del proceso de reconstrucción de una familia que debe superar el capítulo más espeluznante de su vida.

Tras un año de su agonía, cada miembro ha podido levantarse a su manera, aunque por momentos pareciera que simplemente van en modo avión. En Sonámbulos será la madre, Nora (Verónica Merchant alternando con Carmen Madrid), quien ha podido hacer catarsis al escribir un libro sobre los acontecimientos y ahora debe compartir la noticia al resto de su familia, situación que los hará confrontarse con sus emociones.

Negarlo, aceptarlo, cambiar de opinión, guardar silencio, reñir, gritar, llorar; todas son emociones naturales pero en el escenario se recrudecen. En palabras de Pablo Perroni quien interpreta al padre, Luis, “Es un texto profundo y doloroso pero con un toque de esperanza; vemos seres rotos que se rehúsan a verse a sí mismos pero que deben tomar la decisión y despertar.”

Sí, la obra de Robledo es un puñetazo en el estómago, te deja sin aire, boquiabierto y con ojos más abiertos que nunca. También es una pieza necesaria, porque el arte es un poderoso vehículo para sensibilizar y el teatro es la manera en la que el dramaturgo nos incita a la reflexión. “Vivimos en una sociedad que no para, nos exigimos ir muy rápido incluso con las emociones. No permitimos que nos hablen de lo mal que lo está pasando; pensamos que el sentimiento puede contagiarse”, explicó.

A la pareja, se le suma la visión de los hijos, Sara (Ana González Bello alternando con Montserrat Monzón) y Elías (Pablo de la Rosa); también la de abuela Cristina (Macaria alternando con Nuria Bages) que dicho sea de paso se trata de una figura que se aleja de todos los clichés, pues representa el lado menos conservador de la familia, es permisiva consigo misma, pero es la pieza clave que permite contrastar la postura de tres generaciones que más que contradictorias resultan complementarias.

Sonámbulos no es la obra que te dará dolor del estómago de tantas risas, aunque sí tiene sus toques de comedia -casi siempre ácida-; tampoco es una sofisticada adaptación shakesperiana. A cambio, nos ofrece una puesta en escena noble, honesta y muy necesaria en nuestra sociedad donde, como dice Reynolds Robledo, “cosas malas ocurren constantemente” y conectar con nuestras emociones cada vez es más urgente.

Fotos de Itzel Noguez

Sin ser un chocante manual de inteligencia emocional, sin perder espontaneidad y con varios referentes literarios, vemos el despertar de una familia, junto a ellos, el público se ve motivado a dejar su letargo, a abrir los ojos, a hacer frente al cúmulo de sentimientos que la sociedad nos ha enseñado a tragar. Sonámbulos es un elenco de alto calibre y es una parada obligada para los amantes del teatro.

Se presentará hasta  el 4 de abril, todos los miércoles y jueves a las 20:30 en La Teatrería.