Catherine (Teagan Johnston) viaja a una cabaña remota en invierno para trabajar en su nuevo material musical, pero pronto se da cuenta de que está bajo el ataque de una misteriosa y oscura presencia. Esta es la premisa de The Strings, dirigida por Ryan Glover, uno de los filmes seleccionados para el Festival Internacional de Cine de Horror MACABRO.

Cuando la músico llega a la antigua casa de su tía le es complicado adaptarse, por lo que planea una sesión de fotos con una vieja amiga (Jenna SchaeferKey). Más tarde, al revisar las fotografías descubre una extraña silueta en ellas. Es a partir de este momento que la realidad se empieza a mezclar con las visiones de la protagonista, hasta que poco a poco va perdiendo la razón, viendo con más frecuencia la presencia dentro de la casa e incluso compartiendo sus mismos pensamientos sin darse cuenta.

Los argumentos base del filme para explicar las situaciones paranormales que Catherine experimenta son; una leyenda antigua del pueblo (historia que logra tal vez uno de los mejores cuadros al inicio del largometraje), un guiño a la Teoría de cuerdas (teoría que habla sobre dimensiones paralelas) y la inestabilidad emocional del personaje principal.

Sin embargo, estos se quedan cortos al no lograr un poco de sorpresa en el espectador. El desenlace termina siendo predecible y no provoca ninguna emoción más que vacío, el mismo que Catherine parece sentir a través de todo el filme.

El problema con The Strings es que no se espera ver algo tan apacible, tratándose de una película del género de horror. Si bien la depresión e incomodidad que siente Catherine en ese momento en su vida es bien transmitido, es probable que estemos más bien disfrutando de un filme sobre las emociones internas y cómo éstas nos pueden sobrepasar. Aún así, hay muchos puntos favorables respecto al segundo largometraje del director canadiense. 

Resulta agradable la mezcla entre el misterio, la soledad y el proceso de creación que vive la artista a lo largo del filme. En esta historia de fantasmas, Johnston realiza un gran trabajo pues es quién lleva la mayor carga al tener que desenvolverse prácticamente sola.

Finalmente, al ser una película con un ritmo más suave y pocos diálogos se convierte en una preciosa hora y media muy nostálgica, acompañada de una fotografía igualmente bella, ejecutada por Ryan Glover.