Imaginen a un hombre común en medio de un escenario. Imaginen que ese hombre tiene mucho que contarnos… fragmentos de su vida, sucesos que lo han marcado; todo para descifrar cómo ha sido su vida. Ahora, imaginen que ustedes son ese hombre, ¿qué historias contarían? ¿Cómo definirían su propia vida? ¿Qué tan difícil sería hacerlo?

Tom Pain es el nombre de un valiente que ha aceptado el reto; que sin certeza del rumbo, nos lleva a un viaje a su pasado mientras cuestiona su lugar en el presente. Sin miedo, pone en duda las nimiedades con las que muchas veces nos perdemos en el día a día, al mismo tiempo reprocha a la vida, su crudeza y naturaleza dolorosa.

Foto de Itzel Noguez

Música, bellas mujeres, anécdotas, luces, son algunos de los factores que distraen al protagonista de su misión catártica. Se siente expuesto, pero el público ofrece con su silencio una reconfortante empatía, con su mirada expectante la motivación para que Tom siga adelante con su relato, que aunque lleno de rodeos nos lleva a entender el origen de su vulnerabilidad.

El concepto de vivir cobra nuevas dimensiones. Cuestionamientos dirigidos y preguntas al aire; poco a poco la audiencia va reflexionando frente a un niño asustado que intenta comprender el gran misterio de la muerte, junto a un hombre que poco entiende del amor, así como de la mano de pequeño que es atacado por unas abejas.

Foto de Itzel Noguez

De pronto, y sin previo aviso llegan las preguntas más difíciles, esas que no dan espacio a la indiferencia, que jamás nos son “X”, sin importar su carácter filosófico nos vemos obligados a pensarlo; no por mucho, los momentos incómodos siempre se atenúan con un poco de humor. Así es, este hombre guarda más de un momento de comicidad, pues su monólogo es una mezcla tan extraña como la vida misma.

En este soliloquio no hay cabida a la pureza del lenguaje, no hay un género predominante, es una montaña rusa llena de miedos y adrenalinas, de recuerdos y explicaciones. La realidad se palpa minuto a minuto. El tiempo transcurre, minutos que no volverán pero que van dejando lecciones. Pero no me malinterpreten, de ninguna manera es moralino ni pretende asemejarse a un libro de superación personal, es tan sólo una historia de vida entre millones.

Foto de Itzel Noguez

Y pese a que Tom Pain no deja de ser un personaje ficticio, Luis Arrieta se encarga de llenarlo de vida a través de todos los matices posibles, hace suyo el papel como si narrara su propia historia. Pero, el acierto de Arrieta no es tan solo su interpretación, la ventaja la llevó desde que se propuso traer de vuelta a los escenarios mexicanos la obra, Tom Pain (basado en nada).

En su ilusión por encontrar un monólogo que retara su profesionalismo y capacidad histriónica, Arrieta tocó las puertas de Jimena Saltiel, Directora General de Once Once Producciones, casa con un gran ojo para seleccionar sus puestas en escena. Con el trabajo y traducción de Paula Zelaya, el guión se llena de actualidad, naturalidad y frescura sin recurrir a las vulgares trampas de la tropicalización o el doble sentido.

Foto de Itzel Noguez

De ahí, una bola de nieve de buenas decisiones, entre ellas la selección de Adrián Vázquez como director de la obra. Su experiencia y trabajo quirúrgico logran sacar lo mejor de Arrieta, una danza corporal que va de la ansiedad a la decepción, de la frustración a la ironía. Una exigencia que incluyó clases de ballet y hasta un cambio en el peso del actor.

Tom Pain (basado en nada) es una obra difícil de contar, ninguna línea del texto debería convertirse en  un spoiler pues cada espectador merece vivir su propia experiencia. Lo único que les puedo decir, es que se van a divertir, se van a sorprender y saldrán muy contentos de saber que no se la perdieron. Arrieta los deleitará con su actuación todos los miércoles hasta el 11 de septiembre en La Teatrería. ¡Vayan, vayan, vayan!

  • La Teatrería
  • Monólogo
  • Del 1 de mayo al 11 de septiembre de 2019.
  • Dramaturgia: Will Eno
  • Dirección: Adrián Vázquez
  • Elenco: Luis Arrieta