A Emmanuel Lapin se le puede ver varias veces durante el avance de este largometraje de David Pablos: la primera girando en un vestido rojo mientras sus guantes blancos se encuentran con las manos desnudas de otro hombre. Se le puede ver aplaudiendo la integración de un nuevo miembro a esa pequeña sociedad clandestina; también vemos cómo, sobre sus piernas, sostiene a uno de los invitados. Todas estas escenas tienen dos características en común: implican movimiento, pero también implican silencio. Le acompañan muchos otros. No está solo. Le acompañan al menos cuatro decenas frente a cámara y tal vez millones detrás de ella; en una realidad donde lo único que buscan es algo sencillamente complejo: ser.

A inicios de octubre de este año, se publicó el trailer que en menos de dos minutos nos ofrecía un acercamiento a la recreación ficticia de un suceso que ha llamado la atención durante los últimos años: un suceso cuyo nuevo tratamiento es incómodo —sino es que repugnante— para varios y plausible para muchos otros. Si bien el famoso suceso de la calle de La Paz fue retratado en algunos libros y hasta en alguna telenovela, es en el 2020 donde la reclusión obligada en la que se encuentran muchas personas combina con la reclusión a la que se sometía —y aún se somete en gran medida— a la comunidad homosexual. Este es el suceso que nos habla del silencio y del escondimiento como el vehículo para ser libres por un instante; que nos habla que aún dentro de cuatro paredes y alejado del fulgor de las calles, persiste la creencia de que el labial y las faldas no son para ellos. 

EMMANUEL LAPIN: UNO DE ELLOS. UNO DE UN INFINITO. 

En esta ocasión es el actor de proyectos teatrales como Tierra Oceana y Now Playing quien nos habla de su segunda película —después de Las Hijas de Abril de Michel Franco— a la cual aterrizó por casting y donde, junto a tantos otros colegas del escenario, fue dirigido por David Pablos para darle vida a esta anécdota de ficción cuya base histórica es en gran parte desconocida. Es una lectura que nos habla de la represión y de la carencia en la diversidad de enfoques de los relatos oficiales en México; una noche en la que durante una redada fueron arrestados 42 hombres; algunos vestidos con prendas de mujeres. Lo más ‘’vergonzoso’’ para los poderosos de aquella época fue que dentro de este grupo se encontraba el yerno del presidente Porfirio Díaz: Ignacio de la Torre y Mier —encarnado en este filme por Alfonso Herrera—.  

‘’No se sabe qué tanto es ficción ni qué tanto es real puesto que nadie estuvo ahí. Esto lo vuelve muy interesante y complejo. Hay muy pocos documentos. Es difícil construir la historia con piezas sueltas. Yo no la sabía completa. Conocía el grabado de Posada, pero después de leer un texto de Monsiváis la comprendí mejor. La comunidad gay lo conoce un poco más, pero fue y sigue siendo tabú; un suceso de burla y de escarnio público. Ese inconsciente colectivo sigue hasta nosotros.’’, comentó sobre el tema de la película.

Para el también músico, este hecho es una clara representación de lo que las acciones y pensamientos conservaduristas provocan: una especie de embudo lleno de deseos y también de perversiones que termina por explotar. Además, es el ejemplo de que la historia está en manos de los poderosos; de aquellos que han decidido que estos temas no tienen cabida en las páginas de la visión adjetivada como correcta o importante; sobre todo cuando se trata de figuras que nos han enseñado como intocables. ‘’Me pregunto por qué nos queremos reflejar en ciertas cosas de la historia, pero no en otras. Por qué tenemos que defender figuras dictatoriales. Esa es la sociedad del siglo XX, pero de cierta forma también la del 2020’’, comentó. 

Estrenada en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia, esta película pertenece a una selección que se proyectó durante el mes de octubre en la que también se presentaron algunos temas que parecían controversiales —como es el caso de Blanco de verano de Rodrigo Ruíz Patterson que contiene algunos tintes edípicos—. Sin embargo, es esta diversidad la que Lapin encuentra valiosa pues asegura que el arte es una pluralidad de voces y no solo la historia de dos o tres personas. Asimismo, y a pesar de la polémica que sabe este proyecto puede generar, aconsejó encontrar el corazón de los temas que el arte muestra y, sobre todo, ejercitar un ojo crítico como espectadores y creadores pues concluyó que todas las decisiones artísticas son finalmente políticas. 

‘’Desde mi experiencia en el set comulgo con el discurso de la película. David no es el tipo de director que está en la silla y es intocable; tranquilamente accedía a hablar con nosotros. Me hace sentir mucha confianza. Hay una sensibilidad diferente pues él se identifica con el tema; no es el tipo de director que ve a los actores como obreros… Quizá el único cine gay que yo conocí, y eso después de los 15 años, fue el de Julián Hernández. Me parece importante que El baile de los 41 logre ser comercial y que hable de un tema tan polémico. Es un avance’’.

Emmanuel cuestiona por qué aún tendría que importar la creencia religiosa o con quién te acuestas para poder ser presidente o director de algún lugar o evento. Cree que no podemos quedarnos viviendo en una burbuja individual pensando que nuestro privilegio es el de los demás, pues sabe que en el mismo país hay cientos de lugares en los que la gente no puede siquiera mencionar que le gusta a alguien de su mismo sexo o que le gustaría transicionar ya que aún existe mucho odio y estigmatización en los comentarios de los demás. Aún hay personas que, como los 41, tienen que vivir silentes, sin registro de sus deseos y sus gustos, disfrutando a medias; siempre con ese miedo —aun dentro de sus propios espacios— de que los demás vean lo que en verdad son. 

‘’Mi objetivo como actor es sensibilizar y sensibilizarme al mismo tiempo. No es que yo lo sepa todo; no sé mucho y por eso hago teatro. Con los años siento que desconozco más, pero también quiero aprender más. Esa es nuestra chamba real. Lo que a mí me gustaría es poder llevar a los espectadores del cine al teatro también. Mostrarles que nuestro trabajo no es lejano a la realidad’’, finalizó Emmanuel.