El director Pedro Costa, uno de los mayores representantes del cine portugués y quien adoptara el estilo del novo cinema portugués, presenta Vitalina Varela, cinta que funciona dentro de su sentido estético y narrativo, casi como secuela de Caballo Dinero (2014).

‘Vitalina Varela’ es una mujer, proveniente de Cabo Verde, quien llega a Lisboa debido a la muerte de su esposo. En el lugar, comienza a escuchar historias sobre su marido y a reflexionar los hubiera y los posibles escenarios a lado de éste, así como recuerda parte del infierno que vivió debido a él.

Con varios premios en su haber (Asociación de Críticos de Chicago, Festival de Locarno y Mar de Plata), así como gozar de ser seleccionada para el Oscar 2021 a Mejor película extranjera, Vitalina Varela tiene marcados una gran variedad de estilos gracias a su creador: a nivel fotográfico, y con claroscuros predominantes, la película nos ubica en el cine noir de los cuarenta; la estética, dada por los ambientes y la simbólica decoración, aprovecha para explorar ascetismos y explotar el estilo del novo cinema portugués, sin dejar nunca de lado al expresionismo y parte del neorrealismo.

Esta cinta portuguesa, no sólo tiene gran valor estético y técnico, ya que su narrativa posee atributos inmejorables y si bien, nunca busca encontrar respuestas a preguntas de carácter ontológico, sí pone sobre la mesa el pensar de sus personajes con respecto a traumas eternos. Entre los temas que destacan está la migración y la dificultad por convivir sin conocer el idioma, el sistema económico, e incluso las costumbres del lugar de llegada; por otro lado, la desgracia y la tragedia son aspectos constantes en la construcción de este universo, apoyados con soliloquios potentes y actuaciones que borran por momentos la línea entre la ficción y la “realidad”. 

Vitalina, interpretándose a sí misma, representa a todas esas mujeres ultrajadas y engañadas por los sistemas y, sin embargo, sigue de pie para contar su historia y su percepción de la vida y de la muerte. No tiene miedo en externarle a los de su alrededor sus miedos, sus arrepentimientos, ni de recordar los aspectos rotos de su existencia. 

Pedro Costa construye un filme exigente en forma y fondo, que danza entre lo onírico y lo real, así como hace gala de la pesadilla y lo tenebroso que puede ser el descubrir y enterrar a nuestros demonios. Vitalina Varela es un ritual escabroso y poco convencional hacia la muerte, la vida y el amor, y que sin duda es una de las imperdibles de este 40 Foro Internacional de Cine en la Cineteca Nacional. 

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