La oscuridad cede el paso a una raquítica luz que muestra un suelo estéril que aún padece los estragos de una guerra fratricida que conmemora su primera década. Los robos y los saqueos son comunes. Las relaciones humanas fracturadas se rompen a la más leve provocación. La esperanza está muerta. El egoísmo impera. La esperanza de una era de prosperidad se desvanece. Bajo este contexto se desarrolla el musical mexicano Crónicas de Sálora que se presenta en el Teatro Centenario Coyoacán.

Escrita por Germán de la Peña y dirigida por Grisel Margarita, Crónicas de Sálora interna al espectador en una ciudad distópica con tintes victorianos y retrofuturistas, fieles al Steampunk, en la que se desarrolla una historia en donde la libertad, los ideales, la fraternidad, la sociedad y el concepto de estado son llevados hasta sus más oscuros límites para mostrar su verdadero rostro. Con más de 40 actores en escenas que recrean batallas épicas, canciones de rock y metal que conducen una impactante trama, efectos visuales impresionantes y coreografías de enorme calidad, este musical mexicano muestra que puede competir dignamente con cualquier producción extranjera de este tipo.

La historia se centra en Vladimir (Fabián Chávez) y Emilio (Roberto Marín), unos hermanos idealistas que desean devolver la gloria del pasado a su amada ciudad de Sálora que aún padece las consecuencias de una revolución que la devastó. Con un plan perfectamente diseñado, Vladimir se interna en los círculos más selectos de la ciudad para hacer realidad su sueño. Robert (Isaac García) y Pier (Melina Escobedo), únicos médicos de Sálora y las personas que ostentan el poder en la ciudad ayudan a ejecutar el plan Vladimir, quien se verá seducido por el aroma embriagador del poder.

Emilio, por su parte, se implica dentro de la comunidad de Sálora y de la mano de Jan (Grisel Margarita), Tania (Martha Sabrina) y Alejandro (Jesús Cassab) conoce la realidad de la gente que aún guarda rencores por el pasado. Junto con ellos aplaude y padece las decisiones de Vladimir que se nota alejado de su esencia. Cuando las ideas de mejora no se reflejan en la realidad, la semilla de una nueva revuelta emerge del suelo de Sálora y amenaza con reiniciar una guerra que esparce su olor a muerte.

Crónicas de Sálora es una obra que impacta por la atención al detalle que está impregnada en cada uno de sus elementos. Parte de un libreto sólido con un manejo excelente del ritmo y varios puntos de giro que sorprenden al espectador. Todos los personajes son entrañables y ello se debe a que están perfectamente delineados, sus deseos son expuestos de manera clara y concisa, lo que los dota de una empatía instantánea. La crítica hacia la guerra y la exposición de lo absurdo de ésta que se encuentra inserta en cada escena de la obra dota a la historia de fuerza y un camino claramente diseñado.

El desempeño actoral es impecable, los actores se apropian de sus personajes y conducen sus emociones al límite. Las escenas de batalla, apoyadas de efectos visuales alucinantes, están perfectamente ejecutadas e impactan por su perfecta coordinación. 

Lejos de ser un musical genérico, Crónicas de Sálora tiene un adecuado manejo de las canciones que conducen la trama y permiten expresarse a los personajes abiertamente. La música original, escrita por Diego Álvarez y Grisel Margarita, se acopla al tono de la historia y a su entorno visual, el uso de metal y rock incide en los momentos más apoteóticos del musical y les imprime más fuerza.

El diseño de vestuario, cortesía de Lucía Cortés, es descomunal. La combinación perfecta entre la ropa de la era victoriana adaptada a un contexto apocalíptico y futurista es un acierto de la diseñadora que ornamente al musical y lo dota de un contenido excelso.

No es solo el aspecto visual lo que determina la genialidad de la obra, es la historia sobre la que se fundamenta lo que la dota de fondo y sentido. La premisa tiene como objetivo retratar lo crudo de la guerra y lo peligroso que es el seductor poder que puede corromper a las almas más nobles. La libertad es puesta a prueba en esta obra y el valor de la vida se refuerza en cada sueño de los personajes

Este musical es un grito por la paz, una crítica hacia lo absurdo de la violencia y las consecuencias irreparables de los conflictos bélicos causados por la gente enferma de poder. Sálora es el reflejo de cualquier ciudad en el mundo que sufre por la dictadura de la violencia que está interna en lo más profundo de su tierra. 

Crónicas de Sálora es un musical mexicano con una calidad incomparable. Cada elemento que la compone está diseñado para causar impacto en el espectador y lo logra. Forma y fondo se conjuntan perfectamente para traer un producto digno, interesante y alucinante. El público mexicano va a encontrar un musical hecho con amor, alejado de los estereotipos de los que padece este tipo de productos y se va a llevar un buen sabor de boca ante la calidad que muestra en todos sus aspectos.