Entre risas escandalosas, el estreno de Independiente en el Teatro Milán sorprendió a los asistentes con una sátira política que empata con la situación electoral actual de nuestro país (y con tiempos no tan lejanos ni tan ajenos). 

La obra se estrenó este martes 23 de abril con la presencia de la actriz Alma Cero y su pareja Enrique Orozco. Tras un brindis con mezcal Ojo de tigre, la función inició 

con la participación de los actores Cristian Magaloni y Paola Arrioja.

¿Sobre qué va la puesta?

Independiente, escrita por Alberto Lujambio y dirigida por Rina Rajlevsky, va sobre la ficticia  (pero, sorprendentemente, verosímil) candidatura  de Sandro Bustos, un contendiente por la jefatura de gobierno de la CDMX que, junto con su equipo, se ve en aprietos tras  enterarse de la latente posibilidad de quedar electo. 

Los hechos suceden en un escenario dividido: una sala común en que se reúne el equipo de campaña y la oficina de Sandro, en donde ocurren las conversaciones íntimas y los momentos de mayor tensión. 

Cristian Magaloni realiza un trabajo excelente al representar al candidato inepto, hijo de un ex senador panista, cuyo proyecto político se sostiene sobre popotes. La interacción con Paola Arrioja se maneja con una soltura y una credibilidad tan natural que, de no ser porque se encuentran en un escenario, convencería a cualquiera de ser una pareja de nepo babies políticos. 

Compuesto por una cantidad notable de personajes LGBT+, el elenco dio grandes actuaciones, siendo la de Alejandro de Hoyos la más cómica al interpretar el papel de un joven homosexual sarcástico, extrovertido y aficionado a los hombres mayores.

Los diálogos no reparan en lanzar críticas, estereotipos y hasta insultos a los partidos políticos de México: Morena, el PAN, Movimiento Ciudadano y hasta el Partido Verde Ecologista fueron mencionados. De manera curiosa, el nombre del PRI brilla por su ausencia. Queda al aire la pregunta de si se trató de una afinidad con el partido institucional o por su decadencia en la actualidad. 

 Por si fuera poco, al salir del teatro el staff ofreció tortas, frutsis y billetes de veinte pesos mexicanos (falsos, obviamente) para los espectadores, finalizando la obra con el soberbio chiste de volver al público acarreados del partido. Qué detalle.