La pérdida es un evento inevitable en la vida de cualquier ser, que deja una sensación de abandono y soledad. Lidiar con el proceso posterior a la vida puede llevar al que lo sufre a una caída libre hacia un abismo del que, tal vez, no pueda salir. Sin embargo, la presencia de la pérdida puede servir como detonante para explorar el propio ser, realizar un análisis de autoconsciente y reconectar vínculos. 

Lo que queda de nosotros, dirigida por Said Sandoval, se enfoca en retratar el mecanismo a través del cual un ser puede superar una pérdida. El camino que muestra el también actor, a través de esta puesta en escena que transita por la fe y la desesperanza; el odio y el amor; la soledad y la abundancia; la certeza y la duda; la fidelidad y la traición, todo ello a través de dos historias paralelas que se entretejen para llegar a un final apoteósico que promete robar las lágrimas del público.

Con un montaje paralelo -similar al utilizado en el cine-, la obra narra la historia de Nata y Toto. Nata es una joven creyente de lo inútil e infortunado que crea vínculos afectivos con otro ser; por ello cuando su padre muere, Nata decide abandonar a su perro con el fin de desaparecer el último rastro de su vínculo emocional. A partir de este momento ella transitará en un camino descendente que la lleva a perderse a sí misma e inundar su vida con tonos grises. Nata busca borrar su dolor a través del olvido, desligándose de su pasado y ensombreciendo su futuro.

Toto es un perro fiel; quien, tras ser abandonado por Nata, pierde una pata al ser atropellado. El amor incondicional que le profesa Toto a su dueña, lo hará internarse en una indolente, peligrosa y desconocida ciudad que discrimina y ahuyenta a perros abandonados como él, todo para reunirse con Nata. Su camino estará guiado por su fe, sorteará la apatía y el odio del ser humano, buscará refugiarse de una lluvia incesante, intentará encontrar alimento y agua en lugares inimaginables.

Esta puesta en escena se narra con las voces de Nata (Tatiana del Real alternando con Cinthya Annel) y Toto (Memo Dorantes alternando con Said Sandoval) quienes relatan sus respectivas historias desde un punto de vista contrario; ella a través del dolor; él a través de la fe. Su estructura dota de dinamismo a esta obra infantil que recrea el pasado mediante la materialización de los recuerdos que se apoya en el teatro en sombras que realiza la titiritera Fátima Ramírez.

La historia avanza a un ritmo frenético; y el trabajo de Ramírez dota de mayores elementos al público para internarse en la mente y alma de los personajes. A través de las siluetas de objetos y personajes, se recrean flashbacks, se añaden personajes a la puesta, se enriquecen los relatos de los protagonistas y potencia el uso de un escenario ascético nutrido de un par de cajas, una tela y el imprescindible juego de luces y sombras.

Carlos Gágaro adereza todos los estímulos visuales de la obra con música en vivo que no se limita a cumplir la función de mero acompañamiento, sino que rebasa estos límites para retratar el estado anímico de los personajes e internar a un público en una puesta en escena que los absorbe.

Si bien Lo que queda de nosotros está pensada para un público infantil, también toca temas fuertes y complejos en busca de generar conciencia. Esta obra logra equilibrar perfectamente la comedia con la tragedia, permite que el espectador se divierta y ría, pero también toca fibras sensibles que detonan el llanto. El espectro temático va desde la pérdida y el duelo hasta la importancia del cuidado de los animales y la responsabilidad que el ser humano tiene  con sus mascotas.

Toto es un personaje que genera empatía inmediata al representar a la inocencia, la fidelidad, el amor incondicional y la fe, valores que se han perdido en un mundo plagado de personas que buscan la felicidad instantánea. A pesar de ser un perro, Toto es el personaje más humano de toda la obra, sus convicciones son puestas a prueba durante todo su camino, pero su fe en la humanidad se mantiene intacta. 

Nata es un personaje complejo, las pérdidas que ha sufrido durante su vida la han llevado a un abismo gobernado por la soledad. Ella cree fervientemente que entre menos vínculos afectivos genere, tiene menos riesgo de ser herida. El relato que hace de su vida sirve como autoanálisis y es una forma de expiar su dolor, a través del recuento de los eventos trágicos de su vida logra conocerse a sí misma y comprender la bondad de establecer relaciones con otro.

Lo que queda de nosotros es una obra que van a disfrutar los niños por su dinamismo, uso perfecto de estímulos visuales y personajes que atrapan; pero que también puede disfrutar los adultos por los temas profundos que toca y la seriedad con la que se toma su premisa.

Lo que queda de nosotros se presentará los sábados y domingos del 5 al 27 de febrero de 2022 a las 13:00 horas en el Foro Shakespeare. Parte de la taquilla será donada a la asociación Amor sin Raza A.C., una asociación civil dedicada al rescate y cuidado de perros en situación de abandono.