La revolución mexicana es uno de esos hechos históricos que parece estar tan lejos de nuestros días que olvidamos que hay personas que tuvieron que vivirla. Recuerdo que cuando tenía 12 años conocí en un pueblo muy turístico del estado de Morelos a una mujer bastante mayor que nos contaba que en su juventud cuando se comenzaban a escuchar los disparos su papá la escondía pues ya sabían que a veces entraban aquellos guerrilleros a las casas para robarse a las mujeres.

Ahí me hice consciente de lo cerca que estamos de este suceso de la historia mexicana y como se ha transformado el tiempo. Se ha ido de la memoria que Pino Suárez no solo es la estación del metro, Madero es más que una calle llena de tiendas y bares o que Gustavo A. Madero es más que el nombre de aquella alcaldía al norte de la Ciudad de México.  Todos esos nombres que ahora forman parte de la referencia de nuestras ubicaciones fueron personas que formaron parte de la historia de nuestro país. 

Me lleva el tren me recordó todo esto pues en es la historia de Guarupa, una vidente que tenía como encargo decirle al presidente Francisco I. Madero que debía de cuidarse de Victoriano Huerta quién lo iba a matar y aunque este es un spoiler que nos dieron desde cuarto de primaria, lo interesante es todo lo que sucede en el camino de esta mujer para llegar desde Chihuahua a lo que hoy es la Ciudad de México. En su viaje va conociendo a distintos personajes que le dan a la obra un panorama de todo lo que estaba pasando en aquellos años de guerra. 

Mientras que aquella mujer venía en tren desde el norte, en el centro se encontraba Madero el presidente que logró exiliar a Porfirio Díaz en Francia y que buscaba la ayuda espiritual para tomar las mejores decisiones en su mandato, lo que lleva al presidente a tener las visiones donde comienza a ver a Guarupa pero no puede escuchar el mensaje que cambiaría el rumbo de la historia. La puesta juega con la realidad y nos presenta una alternativa a la que hoy en día tenemos. 

La dramaturgia es de Camilla Villegas quién juega en esta puesta en escena con elementos que trae de la realidad y algunos ficticios que juegan con la historia del país, esto al mismo tiempo que va narrando sucesos del México revolucionario. Cuenta los sucesos como si fueran parte de una novela que hemos vivido pero no se apega a la historia “oficial” y mucho menos da al nacionalismo un lugar para florecer en este hecho escénico, mantiene la ficción como eso sin caer en una obra que busque darnos una lección acerca de lo que ha ocurrido. 

El grupo de actores está conformado por Carmen Mastache, Enrique Saavedra, Federico Zapata y Sonia Couoh quienes nos demuestran sus habilidades en el escenario y en los que podemos ver a personajes de la cultura mexicana como las Adelitas, los voceadores de periódicos que iban dando aquellas primicias que salían en el tiraje diario —antes de que las redes sociales ocuparan su lugar— y los militares que con aquellos trajes de la época buscaban acabar con los disturbios cuando eran ellos quienes los provocaban. 

La escenografía está conformada por algunos huacales —en los que permanecen sentados los actores—, un gran baúl que sirve para representar distintos elementos como un tren en el que se montan los personajes —en el que van moviéndose con las vibraciones propias de aquellos ferrocarriles de la época— y unos cactus que sirven como percheros de los sobreros tan típicos de esos años. Pero sin duda el elemento que más puedo destacar es aquella luz que asemeja a la de los trenes y que resulta cejadora pero que es acompañada por un humo espeso representativo de ese medio de transporte.

Me lleva el tren —una puesta en escena dirigida por Jorge Valdevia— se estará presentando en el teatro La Capilla los martes y miércoles a las 20:00 horas hasta el próximo 27 de julio, busca tus accesos para que puedas verla en esta temporada.