El teatro Enrique Elizalde cede su espacio a una gama de universos paralelos en los que la destrucción, la guerra y el amor se condensan en una obra que se interna en el subconsciente del espectador y taladra su mente gracias al manejo trepidante que tiene del ritmo y a la complejidad de una trama que atrapa desde los primeros segundos de la puesta en escena. Onírico es un viaje entre sueños, realidades alternas, subconscientes y culpas que permite mostrar la creación de un ser a través de las multiplicidades de versiones que existen de sí mismo en universos paralelos.

Onírico presenta a Tomás, oficinista que padece insomnio a causa de unos sueños vívidos que le impiden descansar por las noches. Una tarde un misterioso hombre llamado Hipno se presenta en la oficina de Tomás para asegurarle que los sueños que no lo dejan descansar son en realidad mundos alternos a los que él ha viajado, pues es un viajero onírico, una persona con la habilidad de viajar a otras realidades a través de los sueños. Hipno le dice a Tomás que un ente llamado El Barón quiere acabar con todos los viajeros oníricos, así que le entrega a Tomás una daga con la que podrá derrotar a este ente. Tomás tendrá que dejar de lado su escepticismo y adentrarse en una aventura que se desarrollará dentro de sus sueños para derrotar a El Barón.

Esta tragicomedia logra hacer una buena mezcla de subgéneros como la ciencia ficción y la fantasía para presentar una obra de acción con tintes cómicos y melodramáticos que le imponen un ritmo veloz. Si bien Onírico parte de las teorías de la física cuántica para presentar un viaje entre universos paralelos, la obra también plantea un viaje al interior de los miedos, deseos y culpas de los personajes que conforman la obra en escena y cuya construcción se realiza a partir de la síntesis de sus personalidades en cada época o multiverso al que viaja el protagonista.

Es a través de estos viajes como Tomás logra conocerse a sí mismo. Al transgredir las barreras del tiempo y el espacio el protagonista es capaz de romper la concepción que tenía de sí mismo y de reconstruirse a partir de las experiencias que otros personajes en otro espacio y tiempo tienen de él. Este viaje interno y onírico de Tomás genera que el objetivo de la trama se diluya y pierda fuerza durante la mayor parte de la obra, fuerza que recupera en un inesperado y revelador tercer acto.

El antagonista, lejos de ser El Barón, es el propio Tomás que durante la obra debe tomar conciencia de sí mismo, vencer su escepticismo y comprender una realidad compleja que preferiría evitar. Es interesante el uso minimalista de elementos que tiene la obra para marcar el paso al subconsciente del protagonista y presentar los múltiples viajes que realiza entre mundos. 

Las luces son un elemento crucial de la trama que sirven en primer término para evidenciar el cambio entre mundos y universos, para delinear la distancia que separa a la “realidad” y a los sueños. Así, el mundo “real” se presenta con luces cálidas que dotan de seguridad y certeza al protagonista. El subconsciente es pintado con luces verdes y moradas que evidencian la confusión y desasosiego que vive el personaje. El frío azul se presenta en aquellos mundos dominados por El Barón en los que la destrucción reina. 

Conforme avanza la obra el distanciamiento entre las luces se reduce y éstas se combinan en los distintos multiversos. Tomás ha comprendido su realidad y se ha construido como un personaje más completo. Esta combinación de luces marca el paso a un tercer acto en el que el protagonista se enfrenta a su némesis y a una verdad que lo golpea a él y al público.

Onírico, de Esteban Losa, es una obra entretenida cuya complejidad y ritmo rápido aseguran la atención del público. Los pocos elementos de los que se vale están perfectamente delineados para servir de apoyo a la trama y la versatilidad que muestran los actores para cambiar de personalidad y de tono en poco tiempo es de admirarse. 
Esta obra cuenta con las actuaciones de Andrés López, Karla Reyes Galván, Iván Eliel Navarrete, Hugo Moronatti, Laura Zorrilla y Baruc Jaramillo; y se presentará en el Teatro Enrique Lizalde todos los sábados a las 20:00 horas hasta el 17 de julio del 2021. Los boletos tienen un costo de $250.00 y pueden adquirirse en la taquilla del teatro o a través de Ticketmaster.