La vida es un vaivén de emociones, de encuentros y desencuentros, ganancias y pérdidas, alegría y llanto. El acto de vivir se realiza a través de movimientos pendulares que llevan al individuo de la felicidad a la tristeza y viceversa. En esto se resume la premisa de Todos los peces en la tierra; obra escrita por Bárbara Perrín Rivemar, dirigida por Alejandro Ricaño y con las actuaciones de Gina Martí y Adriana Montes de Oca; que celebra su quinto aniversario.

Todos los peces en la tierra, está narrada en primera persona por Marina (Gina Martí) y su conciencia (Adriana Montes de Oca), quienes internan al espectador en el mar de emociones y experiencias que conforman la vida de la protagonista. Huérfana de madre, orgullosa de su padre a quien ve como “el Gran Lobo Marino” y con el sueño de inundar y deleitar al mundo con su canto, Marina emprende un viaje en el que se enfrentará a pérdidas, desencuentros y dolor, pero que la ayudará a madurar para aceptar el sabor agridulce inherente a la vida. 

Esta obra encaja perfectamente en la frase que se le atribuye a Oscar Wilde: “Hay dos tragedias en la vida: la primera consiste en no obtener lo que se desea; la segunda consiste en obtenerlo”. Y es que a lo largo de la historia Marina aprende que cada logro que consigue lleva consigo una pérdida inminente, cada vez que uno de sus deseos se cumple, una nube gris se cierne en un aspecto importante de su vida.

Gracias a este contraste de emociones, Mariana realiza, sin saberlo, un viaje hacia la madurez que le permite disfrutar la vida a pesar de las anclas de su pasado que intenta ahogarla en un abismo. Es interesante que Todos los peces en la tierra inicia con una Marina idealista quien, impulsada por su conciencia, pide deseos grandes e inocentes, conforme avanza la obra y la protagonista es golpeada por el dolor y la pérdida, sus deseos disminuyen de intensidad y se adaptan a una vida adulta en la que la chispa de la inocencia se ha apagado; sin embargo, la conciencia de Marina, que la acompaña a todas partes, la ayuda a comprender y aceptar las vicisitudes inherentes a la vida.

Las actuaciones de Gina Martí y Adriana Montes de Oca son extraordinarias, ambas logran compaginarse perfectamente y crean esa sensación de estar viendo a una persona hablando con su “yo”. El espacio reducido que les otorga el columpio metálico sobre el cual discurre la puesta en escena, no es impedimento para que ambas actrices moldeen su cuerpo al contexto de la escena. Sus actuaciones llevan al espectador de la risa al llanto, del sosiego a la expectación.

El uso de un columpio como único espacio en el que se mueven los personajes sirve perfectamente para reforzar la premisa de la obra. Este recurso es una metáfora de la vida, como ésta oscila a través de los años, la forma en que se mueve de polo a polo, existe momentos de estatismo en los que el columpio no se balancea y ofrece un efímero momento de paz predestinado a caducar gracias al movimiento constante de la vida. Así, la obra transita entre emociones encontradas, sufrimiento y júbilo que culminarán en una revalorización, por parte de Marina, del acto de vivir. 

Todos los peces en la tierra es una obra entretenida y divertida cuya construcción narrativa monopoliza la atención del público, de ello deviene la economización de elementos. Las voces de Gina Martí y Adriana Montes de Oca son el eje de la obra, el columpio como única escenografía el acompañamiento idóneo y el juego lumínico y musical sirven como agentes que potencian el sentir de la protagonista. Esta obra se presentará en el Foro Lucerna del 16 de febrero al 20 de abril de 2022, todos los martes y miércoles a las 20:30 horas.