Alejandra Ambrosi presenta “Hilos”, un monólogo que presenta y nos hace reflexionar uno de los problemas internacionales que más nos aquejan socialmente en los últimos años: la violencia contra la mujer.

Nos presentan a Ema (Alejandra Ambrosi) una mujer que de un día otro, pasa de tenerlo todo, a la nada tras un acontecimiento que marcó para siempre su vida. Ema nos narra las situaciones que la fueron marcando, como si de un suéter se tratase, donde cada hilo va tejiendo la personalidad que ahora la define.

La obra está dirigida por Gabriel Mata-Cervantes, y la codirige la propia actriz, quien se aventura por primera vez en el mundo de la dirección. Ambos toman de inspiración la novela inglesa “Fabric” de la autora Abi Zakarian, demostrando que el abuso de género corresponde a una problemática mundial que puede tener varios matices y perspectivas en diferentes partes, pero el daño es el mismo.

La forma de ir desarrollando la historia es peculiar y bien ejecutada, en un inicio, parece la historia de amor de Ema, pero conforme van avanzando los sucesos, se torna más oscura y la tensión dramática se eleva. En unos inicios, hay pequeños indicios de que algo no anda bien, la sola presencia de Ema, el tener recuerdos de personas, hablar en pasado de sus seres queridos. Es hasta el tercer acto cuando todo da un giro radical y el ambiente es más frío y deprimente.

Ese apartado es en parte, gracias a la actuación de Alejandra, quien sabe ser graciosa e ilusa en el primer acto, pero dando esos destellezos de un personaje que por dentro está roto. Porque la presentación de Ema en toda la obra no es de una víctima, es de una persona resiliente, que ha sabido aprender de lo sucedido, avanzar a partir de la tragedia, lo que nos hace simpatizar con ella y tenerle empatía.

Además, el tema de la producción es menester de mencionar, con una escenografía en donde las paredes son cientos de hilos, que representan la fragilidad del personaje con su historia. Solo hay una sala que va teniendo o rescindiendo de elemento concorde a los hechos que narra Ema. La iluminación y el sonido se encargan de crear atmósferas que acompañan a la actriz y explotar al máximo la creatividad ante un espacio limitado.

En conclusión, es una obra que vale la pena ver, por la sensibilidad con la que trata la violencia de género, mediante un solo personaje cuya actuación es el hilo que conduce la obra, pero que no dejan a un lado una producción impecable.