El principito: sin fecha de caducidad
Hace veinte años -quizá más- leí, por primera vez, la novela icónica de Antoine de Saint Exupéry. Aún conservo el libro, fue un regalo de una profesora que alentaba mi curiosidad aún cuando yo no lo sabía. Múltiples ocasiones he recorrido las páginas de aquella versión de bolsillo, también las de otras ediciones que he adquirido en el tiempo.
En cada lectura encuentro una frase diferente pero ad-hoc para ese momento de mi vida. Sin duda, El Principito es un clásico sin fecha de caducidad, no sólo por lo universal de sus temas, sino por su capacidad de buscar en el fondo de cualquier corazón un rastro de emoción para dar energía a las almas más decepcionadas de la humanidad.
Mi relación con el joven proveniente del asteroide B-612 no es un secreto, aunque debo confesar que no siempre fue así. Durante algunos años, mi fanatismo sólo era conocido por los más cercanos. Quizá fue el esnobismo el que me incitaba a omitir el título cuando hablaba de mis obras favoritas. Me daba miedo parecer poco culta al incluir una novela infantil en la lista.
Con el tiempo dejó de importarme. Ahora también tengo un par de libretas que me han regalado. Todas ellas con ilustraciones y algunas con frases de la novela. Sus hojas siguen en blanco, cada que las veo pienso que debo guardarlas para cosas relevantes; aún no encuentro la ocasión, no sé si algún día lo haré, pero estoy convencida que debo llenarlas con una parte de mi. Algo que con el tiempo lea y me haga recordar las cosas importantes de la vida.
A 77 años de su publicación, El Principito sigue siendo uno de los libros más vendidos. ¡Qué emoción me dio saber que habían hecho la traducción al otomí! Ojalá todos puedan, al menos una vez en la vida, saber sobre la vida en otros planetas y asteroides; que puedan reflexionar sobre las rosas, la vanidad, los zorros, la domesticación, las estrellas, la rutina; que simple y sencillamente logren, como el aviador, encontrar la amistad.
No hay mejor manera que celebrar el aniversario del El Principito recorriendo de nueva cuenta sus páginas, quizá en estos tiempos pueda encontrar nuevas revelaciones…
“Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya”.