The Dark and the Wicked: cuando el diablo llama a la puerta
Bryan Bertino, director de la cinta Los Extraños (2008), nos ofrece una experiencia paranormal inquietante con The Dark and the Wicked o Demoníaca. Con una ambientación terrorífica perfectamente lograda y una amenaza paranormal maligna, esta película pinta bien para ir al cine en caso de querer experimentar unos buenos sustos y adentrarse en el género del terror.
De la mano de Dark Side Distribution, esta película llega a las salas de cine de México con el propósito de enganchar a las personas fanáticas al género y a aquellas que no lo son tanto. Bertino propone una historia consistente y un ejemplo de cómo hacer buen cine de terror con elementos prácticos, destinados a generar atmósferas y a remarcar una fórmula que parece sencilla, pero que conlleva todo un trabajo detrás para conseguir su objetivo.
La historia nos lleva a conocer a Louise (Marin Ireland) quien se ve obligada a regresar a su antiguo hogar, ubicado a las afueras de un pueblo rural estadounidense, por la delicada situación de salud que aqueja a su padre. Evento que la motiva a reencontrarse, después de mucho tiempo, con Michael (Michael Abbott Jr.) su hermano, así como con todo el entorno familiar que formó parte de su infancia.
Desde el inicio queda de manifiesto la experiencia del director con el cine de terror. Los colores en tonos mayormente fríos ejemplifican la tensión dentro del hogar de Louise, un lugar marcado por el abandono y la pérdida, el ambiente ideal para el acecho inminente de una entidad maligna, quien hará todo lo imposible para que se vayan de ahí, no sin antes dejar un trauma irreparable en las vidas de los personajes.
En esta línea, la casa-granja de la película es un personaje más dentro de la historia. Y esto tiene mayor sentido al tener en cuenta que la locación fue el hogar del Bryan Bertino en algún momento de su vida, razón que explica la atención al detalle en varias tomas dedicadas a mostrar la extensión de la locación, como si se tratara de un recuerdo que se torna siniestro ante el horror (generado a través de la ficción) que experimentan los dos hermanos: Louise y Michael.
La experiencia en la sala de cine se torna opresivo y claustrofóbico. El sonido remite a momentos que parecen terminar en algún jumpscare o que remarcan los eventos paranormales de la casa, y que van acompañados por imágenes inquietantes que parecen referencias a otras películas, como Hereditary (dir. Ari Aster, 2018) o El Conjuro (dir. James Wan, 2013).
Otra virtud de la obra radica en las escenas de horror corporal, aquellas dedicadas a mostrar cortes en la piel, mutilaciones o heridas aparatosas que no parecen tener ningún efecto especial detrás, por lo que se ven lo suficientemente reales para causar incomodidad en el espectador. La construcción de dichos momentos para enaltecer la paranoia de la protagonista.
También, a ratos parece que esta película fue concebida como un cortometraje, porque los acontecimientos se desarrollan con lapsos de tiempo marcados al estilo La Ballena (dir. Darren Aronofsky, 2022) y casi todo ocurre en la casa de Louise, por lo que se puede intuir que esta producción fue bastante económica y que no requirió de mucho presupuesto para generar una buena ambientación, de igual forma que quizás la historia se alargó un tanto de más para alcanzar más minutos.
Desafortunadamente, lo anterior juega en contra de su duración, porque el tramo final de la película se siente muy apresurado y el monstruo no aparece tanto tiempo en pantalla para ser algo más memorable. Sin embargo, eso no demerita el buen trabajo hecho con la entidad demoníaca, debido a que los sonidos guturales y la atmósfera sirven para engrandecer su poder y que esta sea inquietante.
En general, The Dark and The Wicked es una película muy útil para entender cómo hacer cine de terror con poco presupuesto y que ejemplifica lo valioso que puede ser el cine independiente para el género. Tiene sus fallos y el ritmo lento de la cinta puede alejar a algunas personas, pero creo que es muy válido darle una oportunidad, sobre todo si hay ganas de saltar del asiento en pleno inicio de la primavera.