Este 7 de noviembre se estrena una nueva película de uno de los directores mexicanos más importantes y laureados del cine mexicano actual. “La cocina” del director Alonso Ruizpalacios (“Güeros”), quien hace mancuerna nuevamente con su actor fetiche Raúl Briones (“Club de Cuervos”) y como elemento franquicia, a una de las mejores actrices del mundo, Rooney Mara (“A ghost story”).

Por motivo de su estreno, tanto director, actor, productor y en este caso, actriz revelación de la cinta, Anna Díaz; se presentaron a una rueda de prensa para compartir algunas experiencias y puntos de vista del detrás de cámaras.

Tras la llegada de Estela a Estados Unidos, específicamente, Nueva York. Nos adentramos a los interiores del restaurante “The Grill”, en donde una multiculturalidad de personas convive, preparando platillos, mientras una relación se desarrolla, y un aparente robo se resuelve.

La película, se convierte en la cuarta realización del director, basada en la obra de teatro “The Kitchen” de Arnold Wesker. Aunque, de acuerdo con el cineasta, también tiene un poco de elementos autobiográficos, emprendiendo reminiscencias suyas de cuando trabajaba en una cocina mientras estudiaba en Londres.

La rueda de prensa.

 Alonso Ruizpalacios, mencionó sobre el proceso de creación y desarrollo de la película. Remontándose a sus años como estudiante de actuación en Londres, donde se vio necesitado de un trabajo, el cual fue en una cocina, que sirvió de inspiración para el largometraje.

“Fue donde descubrí, en la escuela, esta obra de teatro de Arnold Wasker, que es una obra de los cincuentas, que está situada en Londres y que cuenta un día en la vida de una cocina de inmigrantes”, aclaró el director.

Su interés fue tal que primero montó la obra años después en México, donde curiosamente, trabajó con el propio Raúl Briones, pero en este caso, interpretando a otro personaje.

“Yo pensé que sería mi primera peli, pero bueno, acabó siendo la cuarta, se me cruzaron otras pelis”, bromeó el director, argumentando que la adaptación al séptimos arte de la obra de teatro no resultaba de su agrado, tomando en cuenta el material original.

También, comentó que es una película de la cual siempre pensó en estrenar en salas de cine: “Me emociona mucho que salga en cines, es una peli que yo pensé siempre para el cine”. Cabe resaltar que, será distribuida por la plataforma de Max, por lo que vale la pena aprovechar su estreno en salas mexicanas antes de su llegada al streaming.

Dentro de los aspectos técnicos, destacó el trabajo de sus sonidistas, los ganadores del Óscar Jaime Baksht y Michelle Couttolenc, así como la composición musical de Tomás Barreiro la cual se grabó en Gales, con el fin de emplear coros de la respectiva península.

En cuanto a los actores, Raúl comentó que, para interpretar a Pedro en la película, le sirvió de mucha ayuda haber conocido el material de origen al realizar la obra de teatro, solo que, en esa ocasión, personificó a dos personajes distintos. Sin mencionar que tanto él como la actriz Anna, recibieron clases de cocina para adentrarse a este arte (el culinario).

Uno de los retos que el actor destacó fue el hacer una película hablando inglés, una misión complicada ya que él no dominaba el idioma.

“Yo digo que tengo un triangulito bastante de personajes que me dan un entendimiento muy profundo de los arquetipos que están en juego de esta cocina”, apuntó el actor mexicano.

En cuanto a la actriz Anna, ella recordó que su acercamiento al filme se debió a un proceso de casting largo y arduo. También, compartió que, siempre tuvo ganas de trabajar con el director, ya que su ópera primera, “Güeros” la inspiró a hacer cine.

“Yo llegué al primer día de ensayo sin haber leído el guion, ahí me lo dieron y dije “wow”, no puede ser algo más increíble, estoy grabando con un gran equipo y aparte con un guion tan poderosos, es un sueño”, destacó la actriz.

Sobre la película.

La migración siempre es un tema recurrente al momento de hacer películas en México y Latinoamérica, y cómo no, si es una situación social que disemina las raíces, creando un marco actual en donde no se sabe qué hacer con esta situación. Converge en nuestro contexto y está presente en cada uno de nosotros.

Pero eso no es todo, otro de los temas que llega a mencionar la película, es el aborto, como esta decisión afecta a la mujer, biológica y psicológicamente, y a su contraparte, el hombre.

La cocina”, tiene problemáticas sociales actuales, con el fin de establecer un diálogo dicotómico entre ambos países, con sus respectivas cosmovisiones. Sin embargo, resulta coincidente que se estrena a días de haberse producido las elecciones de Estados Unidos, que tuvo como ganador al republicano Donald Trump, acérrimo defensor de la deportación de migrantes indocumentados en su país.

Según el director, no tiene nada que ver su lanzamiento en estas fechas con las elecciones, pero desde luego llama mucho la atención que cautive una contradicción entre la visión del republicano electo, con muchas de las problemáticas que Trump no quiere reconocer en el país de las barras y las estrellas.

El indocumentado y el extranjero se trata como otro, alguien ajeno a la cultura (si es que la hay) asentada en los Estados Unidos, más que aceptarlo e incluirlo, se le repela y trata de “alien”, como ellos mismos les dicen a los migrantes.

Dicha enajenación y shock cultural que se presenta al momento de llegar a un territorio que no te pertenece, se representa visualmente en los primeros minutos cuando Estela arriba a la gran manzana, con una especie de ralentí con barridos, como si de un shooting de ráfaga se tratase, ejemplificando a la perfección la desorientación que se experimenta.

En cuanto a la cocina, el blanco y negro ayuda a no establecer un tiempo determinado, volviendo el relato como algo atemporal, y que, por instantes, uno creería que al ser la cocina un elemento tangible en nuestra realidad, no se puedan expresar situaciones que van más allá de eso que conocemos como lo real.

De entrada, el tener una cocina amplia, con grandes, desolados y largos pasillos que conectan el exterior del restaurante con la sala de creación, le da una apariencia, más que de cocina, de un submarino, en donde los cocineros, que son bastantes, parecen estar alejados de toda interacción humana, y que, junto con un uso adecuado de la cámara, crea una sensación de ahogamiento y claustrofobia al usar largos plano secuencias y tomas cerradas. Generando que, en los momentos en donde hay contacto con el exterior, respiramos al unísono de los personajes el aire, contaminado, pero al fin y al cabo aire.

Dicho diseño de producción de la cocina refleja esta metáfora de lo que es un aparente y contradictorio mundo globalizado en el que vivimos. Donde, si de verdad fuese globalizado, no deberían de existir fronteras, pero las hay. En la propia cocina las hay, donde cada chef tiene su propia limítrofe y cuando un ajeno o extranjero tiene contacto con sus utensilios, éstos se indignan. Este interior viene a ser un mundo donde interactúa una multiculturalidad de razas y nacionalidades, hay estadounidenses, mexicanos, dominicanos e israelíes.

Todas estas razas, deben unir sus culturas y creencias para crear el platillo ideal para el cliente y satisfacer los requerimientos del jefe del restaurante, estableciendo esta jerarquización de poderes que existe en nuestro mundo capitalista, modelo económico que más de una vez critica la cinta.

En otras escenas, vemos el despilfarro de alimentos y bebidas que generan por las urgencias de un modelo donde garantiza lo óptimo y eficiente, ante la calidad, una observación al consumismo del ser humano y sus desperdicios.

Sin duda alguna, vale la pena darle una mirada a todo este shock cultural que Alonso Ruizpalacios propone y que, a más de uno, dejará con una idea o sentimiento sobre el contexto en el que sus personajes se desenvuelven.