Las leyendas urbanas son aterradoras por las historias trágicas que esconden, así como por la inquietud que despierta la curiosidad para saber si son verdad o simples mentiras para asustar a los más jóvenes. En esta ocasión, Víctor García, director con experiencia en el género del terror, nos trae una historia que trabaja sobre dicha premisa en el corazón de una pequeña comarca española y que hace de Comunión con el Diablo, una apuesta de terror conservadora con talentos prometedores.

La obra nos presenta a Sara (Carla Campra) y Rebe (Aina Quiñones), dos amigas rebeldes que una noche salen de fiesta y se topan con el espectro de una niña vestida de blanco a las afueras del pueblo que habitan, un evento que las desconcierta ante el hallazgo de una muñeca tirada en el medio del bosque, la que, sin saberlo, será el detonante de los eventos paranormales que marcarán sus vidas de forma irreversible. 

Esta cinta cuenta con un inicio intrigante que pone el énfasis en el misterio de la muñeca, ya que esta se relaciona con la protagonista por la carga religiosa del juguete. Esto debido a que, las niñas que hacen su primera comunión en esa locación española, son acompañadas por una muñeca vestida de blanco, situación en la que se encuentra la hermana pequeña de Sara y que, con el pasar de los minutos, se relaciona con la aparición del fantasma en el bosque. 

Comunión con el Diablo va a lo seguro tanto en la trama, como en el desarrollo, así como en la presentación de la entidad que perseguirá a los personajes involucrados, puesto que no es nada que no se haya visto antes en otras películas del género y, si acaso, lo interesante es la relación de los fenómenos paranormales con aspectos culturales religiosos como la primera comunión. Sin embargo, eso no es suficiente para rescatar mucho de la cinta de tal forma que esta llegue a ser memorable. 

Sara y Rebe son dos personajes que resultan interesantes por la realidad a la que se tienen que enfrentar, puesto que el pueblo y sus familias son bastante tradicionalistas y ven con malos ojos que estas dos chicas quieran disfrutar de su juventud. De ahí que la rebeldía de ambas radique en confrontar a personas que cuestionan sus formas de ser o que las violentan con comentarios hirientes, desafortunadamente este es un tema que se toca de forma superficial y no llega a más por la urgencia de los eventos paranormales. 

Con lo anterior, llega uno de los mayores problemas de esta película y es que, para lo que cuenta, su duración se siente excesiva. La presentación del fantasma cumple, pero la ambientación aterradora deja mucho que desear con el pasar de los minutos, puesto que pareciera que existe una necesidad de la cinta para mostrar los eventos paranormales, sin dar descanso para desarrollar más el misterio detrás de la niña fantasma o para explorar más a los personajes. La historia se alarga sin mucha necesidad y resulta cansado llegar al último tercio de la misma, puesto que tampoco es muy difícil intuir por dónde irán las cosas.  

En contraste con lo anterior, es sumamente rescatable la relación de Sara y Rebe junto a sus personajes de apoyo, puesto que hace recordar al clásico grupito de amigos de películas Slasher como Pesadilla en la calle Elm (1984), donde convergen distintas personalidades carismáticas que dan pie a situaciones de comedia voluntaria o aparentemente involuntaria. Desafortunadamente, la interacción de dicho grupo se queda corta, por lo que se siente como si algunos personajes pudieran haber aparecido más tiempo en pantalla. 

En cuanto a esto, es importante decir que las actuaciones de Carla Campra, Aina Quiñones y Carlos Oviedo cumplen con su cometido y nos regalan personajes de los que queremos ver más. Principalmente de Rebe, quién no sólo es un chica que acompaña a su amiga en la pesadilla provocada por la muñeca, sino que su arco involucra una situación de violencia intrafamiliar y rechazo social que, como mencioné anteriormente, es una lástima que no se ahonde más en ello ya que el género no tiene porque estar peleado con la profundidad

de los personajes. 

En conclusión, Comunión con el Diablo es una película de terror muy conservadora  que no arriesga mucho y que, cuando parece que se pondrá interesante, no llega a despegar del todo. Cuenta con buenos personajes, interpretados por talentos prometedores, pero que desafortunadamente no son muy profundos en su construcción a pesar de contar con elementos interesantes para ello. Ante esto, sería mejor ver esta cinta cuando se estrene en algún servicio de streaming, pues tiene cosas buenas pero deja mucho que desear como cinta de terror.