Seguramente en algún punto de tu vida has escuchado cómo una empresa local se ve afectada por la llegada de una trasnacional, como un fuego que arrasa todo incluyendo los sueños y esperanzas de aquellos emprendedores que buscan sobrevivir a un mercado tan salvaje como volátil. Eso es Dos Estaciones, una película que critica fuertemente la influencia de las empresas multimillonarias en las pequeñas y medianas empresas.

Imagen que contiene persona, interior, hombre, mujer

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Dirigida por Juan Pablo Gonzales, Dos Estaciones tiene un argumento claro y contundente, sin embargo, la ejecución de su trama deja en muchas ocasiones qué desear, especialmente cuando hablamos de su elemento humano y la relación entre personajes.

María García es la dueña de la fábrica de tequila Dos Estaciones, la cual está pasando por una crisis debido a problemas internos y por la propia amenaza de la llegada de las empresas extranjeras. Ante esta situación, María contrata a Rafaela, su nueva mano derecha, quien la ayudará a salvar no solo a su empresa, sino también a ella misma.

María es una persona fría, solitaria y de pocas palabras, sin familia ni amigos, hasta la llegada de Rafaela, hacia quien, desde un inicio, María demuestra interés. Durante la película te tratan de convencer de que Rafaela no solo ha llegado a ayudar a nuestra protagonista a salvar su empresa, también a volver la vida de María un poco más cálida. 

Lamentablemente en ningún momento llegamos a sentir cómo esta relación avanza, prácticamente las actuaciones son distantes, como si fueran personas que se acaban de conocer. Si bien Teresa Sánchez tiene algunos momentos sobresalientes en su actuación y logra interpretar de manera convincente a una mujer solitaria y fría, se queda estancada en eso, durante gran parte de la cinta. Alejándonos de la evolución del personaje. 

Un par de personas sentadas en una mesa

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En la cinta  existe una subtrama que se aleja de la historia principal y sirve como complemento al argumento. Nos habla sobre los problemas con que los pequeños emprendedores se enfrentan al intentar expandir su negocio, sirviendo como metáfora de que los problemas que nuestra protagonista enfrenta en el presente son los problemas que les esperan a aquellos que deciden ser sus propios jefes.

El problema nuevamente no se encuentra en el argumento, sino en el discurso, pues esta historia se siente fuera de lugar, como una distracción para el conflicto principal que no termina de encajar en toda la película.

Eso sí, lo mejor de la película recae en la fotografía y el diseño de sonido, especialmente cuando se retratan algunas de las costumbres o parte de la vida de la gente de Jalisco, así como el proceso de producción del Tequila. Los planos y composiciones que se ven en pantalla son poderosos y con una carga importante, algunos incluso llegan a recordar obras del impresionismo.

Una persona parado en una planta

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Hay que decir que si bien varios eventos nos recuerdan constantemente las adversidades a superar, lo cierto es que no se siente la urgencia o el peso de la problemática, al contrario, se presentan como si fueran eventos que más que impulsar la trama están para llenar tiempo. El problema se mantiene hasta los últimos compases de la película, donde ahora sí, podemos ver todo lo que Dos Estaciones quiere ser y no había logrado hasta ese momento.

Las actuaciones finalmente dejan de sentirse unidimensionales, la trama se vuelve concisa y deja de divagar para retratar su verdadero ser, Dos Estaciones deja de ser agave para volverse tequila.Dos Estaciones es una película que por momentos puede ser lenta, por su naturaleza contemplativa junto con algunos problemas con las actuaciones y de guión, pero que tiene claro el mensaje que quiere dar. Definitivamente no es una película para todos, pero creo que más de una persona puede encontrar algo que les sea de valor en esta producción.