Con un elenco de renombre, conformado por talentos de la talla de Christoph Waltz y Sam Neill, La Puerta Secreta es un viaje mágico por la burocracia del destino que te encantará con su universo, las reglas que lo conforman y la fantasía que en ella presentan. Tal y como en el Spider-Verse, aquí los eventos canónicos son cosa seria ¿Pero hasta qué punto somos conscientes de nuestra propia identidad? Esta es una de las claves en la obra dirigida por Jeffrey Walker.   

No son pocas las películas que, como fanáticos de una franquicia, nos hacen recordar a Harry Potter, Los Juegos del Hambre o Crepúsculo. En su momento, fueron obras que nos maravillaron por su universo y personajes, así como por momentos que en la actualidad se han vuelto memes reconocidos. Sin embargo, ha quedado un vacío a partir de que muchas de esas franquicias terminaron o intentaron explorar más esos mundos con precuelas que se quedaron en el olvido.     


De lo anterior que, La Puerta Secreta, al ser una obra adaptada del libro que lleva el mismo nombre, escrito por Tom Holt, sea una cinta con tintes de nostalgia que hace recordar a tales películas. 

En esta historia seguiremos a Paul Carpenter, un chico que atraviesa la crisis juvenil de la entrada al mundo laboral y la independencia económica. Él es alguien que al inicio lo vemos batallar con el caos de la ciudad y el ritmo de vida tan acelerado que distingue a una de las metrópolis más conocidas del mundo: Londres. Sin embargo, su destino está a punto de dar un giro interesante cuando, en la cita de una entrevista laboral, termina convirtiéndose en pasante de una corporación mágica que controla el destino de las personas.

El llamado a la aventura de Paul está enmarcado en un lienzo que combina la magia, el capitalismo, la burocracia y un estilo visual que recuerda a los años 60´s. Su entrada al mundo fantástico recuerda bastante al clásico momento en el que Harry Potter recibe su invitación para entrar a Hogwarts, sólo que aquí Paul se emociona porque al fin tendrá un trabajo para pagar sus cuentas, algo que, si lo pensamos, conecta de lleno con quienes crecimos viendo esas películas y que en la actualidad puede que nos encontremos en una situación similar al protagonista.

La presentación del universo de La Puerta Mágica es, con creces, lo mejor de la cinta. El planteamiento inicial deja en claro las reglas del juego, el papel que Paul desempeñará dentro de la compañía, así como sus posibles obstáculos, algo que resulta interesante y que provoca la curiosidad por querer conocer más de esta corporación mítica: J.W. Wells & Co. cuyo liderazgo recae en los personajes interpretados por Christoph Waltz y Sam Neill.

Esta empresa controla el destino de las personas a partir de eventos que marcan sus vidas de forma significativa, como el encuentro fortuito con alguien que se puede convertir en el ser amado, el reencuentro con una amiga de la infancia o hasta la caída de una manzana en la cabeza de cierto personaje conocido de la Física. 

La magia que envuelve a la Wells & Co. sabe engancharte con su premisa, pero no explora más a fondo el funcionamiento de esta mecánica debido a que el meollo de la historia recae en los sucios secretos que envuelven a la compañía, algo en lo que Paul se verá directamente involucrado gracias a la susodicha puerta secreta.

Aquí hay que hacer una observación y es que el nombre de la película no ayuda mucho para entender que, más que una puerta secreta, se trata de una puerta portátil que le será de gran ayuda al protagonista y a su compañera, Sophie, para sobrevivir a su pasantía. El descubrimiento de la puerta es otro momento mágico que vale la pena ver porque revive ese interés por conocer más del universo.

Los momentos en los que Paul y Sophie hacen uso de la puerta son divertidos y una genialidad que te motiva a seguir el hilo de la historia. Su funcionamiento es similar a las habilidades de los saltadores en la cinta Jumper, protagonizada por nuestro querido Anakin: Hayden Christensen, donde el uso de la teletransportación está presente y que sirve para emocionarte tan sólo por imaginarte lo que se sentirá ir de un lugar a otro sin mucho esfuerzo.  

Como dije, el universo que presentan en esta obra es lo mejor, así como las actuaciones de talentos consagrados que aparte le dan bastante cartel a la película. Desafortunadamente eso no es suficiente para salvar la mitad del trayecto, que es donde la historia se cae para mostrar giros de trama predecibles que matan el ritmo y que provocan que la cinta se sienta más larga de lo que en realidad es. 

Paul es un protagonista divertido con el que se puede empatizar, o con quien uno se puede identificar si, como dije al inicio, pasas por una crisis de identidad en la que te adentras al mundo laboral. 

Por otro lado, Sophie se integra de forma correcta a la historia para meter una subtrama que justo tiene que ver con qué tan genuinos somos con lo que pensamos o hacemos,  e incluso se cuestiona el papel de una compañía que juega con los hilos del destino de una forma un tanto irresponsable. Pero se trata de una subtrama anecdótica que no llega a más y que también se ve ensombrecida por un conflicto que tampoco resulta tan interesante. 

Al final la puerta secreta es un viaje mágico que promete bastante al inicio, pero que se cae a la mitad del camino con giros predecibles que no mantienen vivo el interés por querer conocer la conclusión del mismo. Paul es un personaje interesante que entabla una bonita amistad con Sophie, pero su viaje con la puerta secreta se ve interrumpido por obstáculos que no son tan encantadores.