Existen cuatro fragmentos en la historia del cine, que sin darme cuenta, me han dejado en estado de trance, en un limbo en donde el parpadeo y la respiración parecieran haberse detenido debido a su hipnotizante ritmo: la entrada de Henry y Karen al bar por la puerta de atrás en Goodfellas de Scorsese; la fiesta navideña en Boogie Nights de Paul Thomas Anderson;  la escena de parranda en La Grande Belleza de Paolo Sorrentino y por supuesto, el bestial inicio de Mad Max: Fury Road (2015).

La evolución de la road movie

Aunque pareciera que estamos ante una película de acción genérica con un argumento mínimo, Mad Max: Fury Road es ante todo un filme experimental, una depuración absoluta de las road movies. 

El género, por su naturaleza argumental, propone películas con un ritmo rápido, un paso del tiempo lineal y una trama sencilla que evita los topes, los flashbacks o cualquier trampa en montaje que le impida avanzar, en una road movie todo va hacia adelante. George Miller (director), ha tomado este concepto y lo ha radicalizado hasta el límite, la película avanza a un ritmo enloquecido, siempre hacia adelante y solo se voltea hacia atrás para espejear (literal y metafóricamente) para ver si la bestia que te persigue ya te pisa los talones.

Cuando parece que el terreno se acabó y ya no hay más campo para avanzar hacia adelante, Miller, en un primitivo (pero genial) plot twist, hace que todos sus personajes den la vuelta y regresen por el mismo camino, a la misma velocidad pero en sentido contrario… ¿Tonto? No, ¡absolutamente brillante! 

La mitología

La mayoría de las películas que tienen una mitología rica, deben tomarse cierto tiempo para explicar el contexto, deben poner notas al pie y detenerse para reforzar las historias de las criaturas y lugares que la habitan. Estos filmes con gran riqueza mitológica por lo regular están respaldados por obras literarias con gran impacto en la cultura popular, tomemos como ejemplo a las sagas de El Señor de los Anillos o Harry Potter.

En una película que se mueve a la velocidad de la luz como Fury Road, era muy complicado hacer una narrativa explicativa y aún así, crear una mitología poderosa, con personajes, lugares y aparatos memorables. Miller entendió que la riqueza de su mitología no se encontraba en el subtexto, sino en lo visual, en plástico, en la puesta en escena, en su maravilloso diseño de arte y en diálogos con un argot genialmente raro que no explican, sugieren. ¿Cómo se formó la Citadela? ¿Qué diablos le pasa a Immortan Joe? ¿Quién son los War Boys? No lo sé, pero son lo suficientemente fascinantes para que su existencia no pida una explicación.

Seguramente si te pones a ver la saga original con Mel Gibson concienzudamente, encontrarás respuestas a incógnitas del universo cinematográfico, pero claramente con Fury Road, George Miller quiso hacer una película que funcionara por sí sola, sin necesidad de referencias externas.   

Una película sensorial

Existen películas tan potentes que sientes que huelen, que palpas lo que sucede dentro de la pantalla. Los desiertos infinitos de Mad Max: Fury Road provocan que sientas un picazón, la arena imaginaria se te mete en los ojos, la película apesta a gasolina, a llanta quemada… Decir que Fury Road es cine sucio es poco, es cochino, puerco y muy poderoso.

La combinación exacta de CGI y efectos prácticos hacen que la película se sienta vívida sin dejar de ser actual. Sin duda, George Miller se consolida como uno de los grandes maestros del cine de género, la puesta en escena y el cine de acción.

Furiosa 

Una de las grandes sorpresas y disrupciones de Mad Max: Fury Road con respecto a sus predecesoras de los 80s y 90s está en los personajes y más específicamente en el peso del protagonismo. En la saga original, el protagónico recae de forma evidente en Max (Gibson) y el viaje de héroe aunque distorsionado por el entorno apocalíptico, es muy tradicional y común.

En Fury Road, Miller traslada el protagonismo a Furiosa, una criatura inédita en el universo de MM y de paso, nos regaló a uno de los personajes femeninos (y en general), más memorables de las últimas décadas.

Aunque es evidente que desde el guión Miller quiso que en Furiosa recayera el protagónico absoluto, fue la portentosa actuación de Charlize Teron la que no sólo eclipsó al Max de Tom Hardy (con una interpretación sobria y cumplidora), sino que obligó a Miller a repensar el rumbo de la saga, una vuelta de tuerca que derivó en precuela Furiosa protagonizada por Anya Taylor Joy y de la cual ya se hablan cosas muy buenas desde Cannes.

 Si desean conocer más sobre Furiosa y la visita de Taylor Joy a México no se pierdan la reseña y cobertura de Bogart Magazine en los siguientes enlaces:

“Furiosa: una película con alma y esencia”.

Anya Taylor-Joy y Furiosa en México”.