Como si fuera una mera coincidencia con respecto a lo acontecido en las redes sociales en los últimos días en donde se observa a jóvenes —blancos— dirigirse a la cámara muy contentos  y decir cuántos departamentos han vendido en un corto lapso, “Push: Expulsar” del director sueco Fredrik Gertten, explica desde una perspectiva global, los motivos por los cuales la industria inmobiliaria ha atentado en contra de los derechos humanos, en complicidad con el Estado y la corrupción empresarial de grandes corporaciones. 

En 92 minutos, el director y periodista, junto a la abogada y especialista en derechos humanos Leilani Farha, conducen al espectador por países como Suecia, Estados Unidos e Inglaterra en búsqueda de la respuesta a la pregunta de por qué las personas no pueden tener el derecho a vivir en una vivienda. 

En términos simples, casi nada tiene que ver con el famoso y muy recurrente término de “gentrificación”, sino con la grosera “especulación”, la cual promueve que entre una oligarquía empresarial se decida cuánto va a costar vivir en determinado lugar, pero eso sí, sin nunca poner en riesgo su dinero, sino el de inversores y hasta compradores dispuestos a contribuir con tal acción de avaricia: ponerle un alto valor económico a un espacio vacío. 

Lamentablemente, los precios de las viviendas suben, pero los sueldos de las personas incluso hasta disminuyen, quitándoles la oportunidad de seguir habitando un espacio para al final recurrir a abarrotar las calles, tal como lo expuesto en el corto documental nominado al Oscar 2022, “Enséname el camino a casa” o “Lead me home”. 

No permitir a las personas, ya ni siquiera poseer, sino al menos vivir por un periodo en algún lugar de concreto, madera o lámina, es atentar contra sus derechos humanos. El Estado contribuye a la desregularización de estas prácticas empresariales, olvidando por completo la humanidad y poniendo por delante números y billetes. “¿Quiénes van a vivir en las ciudades?, ¿para quiénes van a ser esas casas?” Al parecer, como pasa en muchos lugares del mundo, se quedarán como espacios vacíos esperando ser llenados con polvo, animales y pudrición, porque los humanos, las personas de carne y hueso, no las podrán habitar y no porque no quieran, sino porque no se les permite. 

A simple vista parecería un tema sencillo, con respuestas rápidas y visibles, pero la realidad es que posturas como las publicadas en redes sociales son la punta del inmenso iceberg en la que los países y las industrias mobiliarias están metidos y que nunca van a querer salir, pues al final, es una gran mina de oro. 

Push: Expulsar” ya está disponible en algunos cines del país.