El próximo 08 de febrero del 2024 llegará a México una nueva adaptación fílmica de El color púrpura, la entrañable novela homónima de Alice Walker se presenta en la pantalla en forma de drama musical basada en la obra presentada en Broadway en 2005. Steven Spielberg y Oprah Winfrey llevan nuevamente a las salas la dura historia de Celie y su hermana Nettie, dos afrodescendientes que viven en el sur de los Estados Unidos a principios del siglo XX y cuya vida está marcada por el dolor y la opresión.

Celie es una mujer cuya vida se resume en sometimiento. Fue abusada por su padre, quien mandó a los hijos producto de ese incesto “con Dios”. Posteriormente, es obligada a casarse con un hombre viudo que la violenta y quien la separa de su hermana Nettie, la única persona que la ha amado. Segura de que su hermana ha muerto, al no recibir correspondencia, Celie se resigna a una vida de esclavitud bajo el yugo de su esposo. Cuando conoce a Shug Avery, una cantante venida a menos de la cual el esposo de Celie está enamorado, conoce el sabor de la libertad y se entera de que su hermana está viva. A partir de entonces la vida de Celie cambia y decide, por primera vez en su vida, ser libre.

Para quien haya leído El color púrpura podría resultar extraño que se haya realizado una adaptación de esta novela epistolar que define por el sufrimiento de sus protagonistas. Sin embargo, este filme logra sincronizar perfectamente los números musicales con el ritmo de la trama, ya sea para profundizar en la sicología de uno de los personajes o como elipsis temporal de la propia historia, dotándola de un ritmo ágil hasta el final.

El inicio del filme es un poco flojo y se aleja de lo establecido por Alice Walker en su novela. Los hombres que fungen como antagonistas de la historia y representan el lado opresor de la sociedad son retratados caricaturescamente y con dejos de comedia que suavizan los problemas de la protagonista y generan que el drama que se está viviendo se sienta deslactosado. 

La intención de retratar a estos personajes como unos tontos es entendible, pues demuestran lo absurdo de la dominación machista que se retrata, pero en esta ocasión juega en contra del musical pues genera la idea de que las vicisitudes sufridas por Celie no son tan graves como se leen en la novela.

Tras la mitad de la película, la mezcla de comedia y drama adquiere sentido conforme la protagonista toma las riendas de su vida y se vislumbra la esperanza, es aquí donde los números musicales resaltan más por su color y movimientos acordes a la trama, hasta llegar al último número musical que rompe corazones y genera lágrimas.


A pesar de que la duración del filme es largo, el ritmo que maneja logra que el tiempo se desvanezca imperceptiblemente. Las voces de los personajes retumban en la pantalla con canciones que combinan perfectamente el góspel y el blues para conducir una trama que busca enarbolar la supervivencia de la esperanza y el derecho a la libertad. El color púrpura es un canto al amor propio, a la rebeldía, a la esperanza y a la fe.