¡Ay, nanita! Se nos soltó el Nosferatu del blues.

¿Y si te dijera que el gótico sureño, el vampirismo folclórico y la historia afroamericana se agarraron de la mano, se dieron un beso oscuro y parieron una película como Sinners?

Así, directo desde los márgenes del Mississippi profundo, Ryan Coogler nos entrega una misa profana con sabor a sangre, blues y crítica social. Sinners —titulada “Pecadores” en Hispanoamérica y “Los pecadores” en España— es mucho más que un thriller de horror: es una ópera macabra con coreografía de machetes, cantos a la muerte y un par de colmillos enterrados en las raíces de Estados Unidos.

 Y sí, amixes: esto es una película de vampiros. Pero también un drama histórico, una fantasía bruja, una fábula afrofantasiosa disfrazada de tragedia musical.

Con guion, dirección y producción del propio Coogler (sí, el de Black Panther y Creed), y protagonizada por su actor fetiche Michael B. Jordan, Sinners es una cinta que no se deja encasillar.

 A primera vista, podría parecer otro relato sureño con tintes sobrenaturales. Pero conforme avanza, te das cuenta de que estás en una misa profana donde se canta blues con el alma, se invoca el vudú con lágrimas y se baila con la muerte bajo un cielo teñido de opresión, culpa y redención.

¿De qué va “Sinners”?

Smoke y Stack (ambos interpretados por Michael B. Jordan) son hermanos gemelos marcados por la desgracia. Deciden regresar a su pueblo natal en Mississippi para comenzar de nuevo, dejar atrás sus crímenes, sus pecados, su pasado. Pero lo que encuentran no es redención: es un mal más antiguo que la esclavitud misma. Un mal que se alimenta de la sangre, el alma y la memoria.

Y no, no es el diablo de siempre. Es algo más sensual, más político, más complejo. Se trata de vampiros, sí, pero también de religión, de rituales, de trauma colectivo, y de una lucha contra lo que pareciera ser el mismísimo sistema.

¿Qué pecado transita por tus venas?

Desde el primer plano, Coogler juega al despiste. Te pone la mesa como si esto fuera la típica película de horror rural: una víctima, un sentido casi de posesión, sangre, un filtro Kodak hermoso que huele a sudor y miedo, y una tensión que te masticaría los nervios. Pero ¡sorpresa! No es lo que creías, porque te comienza a narrar la vida de los personajes tan dinámicos y complejos.

A media cinta, ya hasta te habías resignado a ver un drama histórico con tintes sobrenaturales estilo realismo mágico, ¡PUM!, aparecen los colmillos y el baño de sangre. Y no me refiero a un sustito barato. Aquí, el vampirismo se siente como una alegoría de siglos de opresión.

 Es una experiencia sensorial. Tiene momentos de locura tarantinesca —con sangre, chistes ácidos y coreografías brutales— que se alternan con instantes de belleza mística. Hay vudú, hay brujería afroamericana, hay ritos que evocan a Octavia E. Butler y narrativas que recuerdan a Toni Morrison. Si no estás familiarizado con la historia negra de Estados Unidos o la literatura especulativa afroamericana, puede que se te escapen algunos símbolos. Pero aún así, el mensaje te va a tocar.

La película se atreve a reimaginar el vampirismo como metáfora del colonialismo, del racismo institucional, del consumo brutal de cuerpos y culturas. Aquí, el horror no es solo sobrenatural: es histórico, estructural, íntimo.

Michael B. Jordan al cuadrado y un desfile de personajes encantadores

Michael B. Jordan da cátedra al interpretar a dos hermanos con una línea divisoria tan tenue como el velo entre el mundo de los vivos y los muertos. Es como si “Juego de gemelas” se hubiera filmado en un viejo aserradero embrujado del Ku Klux Klan.  Aunque la confusión es intencional. No sabes a cuál estás viendo, pero ambos te atrapan por igual.

Y luego está Wunmi Mosaku como Annie, que roba la pantalla con una escena gloriosa que querrás repetir como mantra, es una sacerdotisa de la actuación, nos da una actuación tan visceral que incluso cuando ya sabes su destino, sigues esperando un milagro.

Jayme Lawson, Delroy Lindo, Omar Benson Miller, Lola Kirke y Hailee Steinfeld, completan un reparto que no es meramente decorativo: cada uno tiene su propio infierno, su propia historia, su propia redención o condena. Steinfeld entrega una Mary correcta con un giro sabrosón.

 Mención especial para Miles Caton como Sammy Moore, quien probablemente rinde homenaje al mítico Sam Moore (de Sam & Dave), y que le da un toque musical y poético al conflicto principal, aunque por momentos queda eclipsado por la poderosa presencia de Jordan, pero aporta la entrañable vibra de sidekick con corazón..

Pero, gente bonita. HEAR ME OUT! Jack O’Connell como Remmick. El villano vampírico que parece salido de un club de jazz embrujado, se roba cada escena en la que aparece. Seductor, brutal, elegante y demoníaco. Una especie de Lestat con trauma racial. Cada movimiento suyo grita peligro y deseo, que hasta te sientes bien pecadora.

¿Y la fotografía? Una pintura en sombras

Autumn Durald, la directora de fotografía (conocida por su trabajo en Loki, Black Panther y hasta en videos pop como Sucker de los Jonas Brothers), hace magia con el claroscuro. Usa el filtro Kodak y Panavisión como si fuera Rembrandt pintando en celuloide. Aunque las sombras duras pueden cansar un poco en las escenas nocturnas más extensas, en general le dan al film una textura de fábula gótica sureña que encaja perfecto.

Sinners: el Musical. El verdadero corazón sonoro.

Sí, Sinners canta. Y canta bien. Lo más impactante de Sinners —y por lo que deberías correr a verla apenas salga en México, el 17 de abril de 2025— es la banda sonora es un orgasmo espiritual, jazz afrolatino, y distorsiones industriales que revuelven el alma.

Hay una escena —LA ESCENA— que mezcla música, mística y emoción pura de una forma tan poderosa que será recordada como uno de los momentos más cinematográficos del 2025. Sin hacer spoilers, digamos que mezcla gospel, blues, jazz, soul y un poquito de rap, todo en una sola escena. Es un orgasmo cinematográfico, un mural sonoro que pone la piel de gallina y los ojos al borde del llanto, porque evoca una sensación del estado más puro del arte y el trance que le da impulso notorio a la historia.

No exagero: esta escena es candidata a quedar en los anales del cine como una de las secuencias más inolvidables del 2025. Es lo que vale el boleto a la ida a tu cine más cercano. 

La música no es sólo acompañamiento, es personaje, es diálogo, es hechizo. Es lo que mantiene viva la película cuando todo se desmorona. Es lo que convierte este film en un musical de horror como ningún otro, su propia firma y es el corazón de la propia.

La cruz que carga y su pecadores post-créditos

Sí, la película tiene sus bemoles.Sinners tiene el síndrome del todo-en-uno. Quiere hablar de racismo, religión, familia, vampiros, capitalismo, brujería, comunidad, historia, música, y todavía hacerte reír. Y lo logra… a ratos. El guion peca de denso, con reglas vampíricas a medio escribir y subtramas que se desinflan un poquito.

 La duración (137 minutos) se siente larga en la segunda mitad, con dos escenas post-créditos que, aunque visualmente hermosas, rematan la cinta con un sabor más ornamental que necesario, podrían haberse quedado en una edición para DVD o Bluray si eso todavía existiese.

A veces, la película se vuelve tan solemne que olvida que empezó como una obra rebelde, sucia y maldita. Pero cuando recuerda su esencia, brilla.  Sinners no quiere solo asustarte: quiere cantarte una verdad incómoda al oído mientras baila contigo en la oscuridad.

El veredicto de este pecador cinéfilo

Sinners no es una película perfecta, pero es una experiencia cinematográfica que desgarra etiquetas. Es un viaje raro, bello y perturbador.

 Es un canto pagano, una ópera de sangre a la resistencia negra, un musical maldito, una historia de hermanos marcada por la sangre y los colmillos. No es para todos. Tiene fallas, claro, pero para quienes disfrutan del cine como ritual, esta es una misa que vale la pena presenciar.

¿Qué obra que se atreve a morder de tantos platos no se atraganta un poco?

Es por eso que le doy una Calificación final de: 7.5 de 10 Bogartzzos (Con una ovación de pie para su escena musical que bien podría valer el boleto sola)

CURIOSIDADES (POQUITO SPOILER):

  • Rodaje en formato IMAX y Ultra Panavision 70mm: La película fue filmada en 65mm utilizando cámaras IMAX 15-perf 70mm y Ultra Panavision 70mm, alternando entre relaciones de aspecto 1.43:1 y 2.76:1. Esto le da una calidad visual impresionante y una atmósfera envolvente
  • Inspiraciones del director: Ryan Coogler se inspiró en películas como No Country for Old Men, Inside Llewyn Davis, Fargo de los hermanos Coen, y The Faculty de Robert Rodriguez. También mencionó la influencia de la novela Salem’s Lot de Stephen King .
  • Colaboración recurrente: Sinners marca la quinta colaboración entre Ryan Coogler y Michael B. Jordan, quienes han trabajado juntos en películas como Fruitvale Station, Creed y Black Panther.
  • Elenco con estilo vampírico: Durante la promoción en Londres, el elenco, incluyendo a Michael B. Jordan y Hailee Steinfeld, usó grills con forma de colmillos de vampiro, mostrando su compromiso con la temática de la película.​
  • Título provisional peculiar: Durante el rodaje, la película se conocía bajo el título provisional “Grilled Cheese”, una elección curiosa que contrasta con el tono oscuro del filme.
  • La banda sonora de Sinners: Compuesta por Ludwig Göransson, incluye una mezcla ecléctica de artistas y estilos. Destacan canciones como “Travelin'” de Buddy Guy, “Last Time (I Seen the Sun)” de Alice Smith y Miles Caton, y “Sinners” de Rod Wave. La música en la película no solo establece el tono, sino que también impulsa la narrativa y profundiza en los temas de la historia.
  • Buddy Guy, el bluesman inmortal, aparece en escena: La leyenda del blues Buddy Guy hace una aparición especial en Sinners, interpretando a un envejecido “Preacher Boy” en una escena ambientada en los años 90. Esta participación es un homenaje personal de Ryan Coogler a su tío, quien fue una figura clave en su vida y compartía una profunda conexión con el blues.​

FICHA TÉCNICA

  • Título Original: Sinners

  • Título en Hispanoamérica: Pecadores

  • Título en España: Los pecadores

  • Dirección y guion: Ryan Coogler

  • Producción: Ryan Coogler

  • Fotografía: Autumn Durald

  • Duración: 137 minutos

  • País: Estados Unidos

  • Estreno: 18 de abril de 2025 (EU) / 17 de abril del 2025 (México)

  • Géneros: Terror gótico, cine de vampiros, drama histórico, musical sobrenatural, fantasía oscura