Cada 25 de noviembre, las mujeres le subimos el volumen a las demandas de una terrible cotidianidad a la que tenemos que sobrevivir: ¡que se detengan las múltiples violencias ejercidas a nuestros cuerpos! Y no es sino la impunidad quien crea un terreno fértil para ello: los feminicidios no cesan, las violaciones siguen siendo relatos del día a día, la violencia psicológica, las narrativas revictimizantes en los medios y un largo etcétera. 

A lo largo de la historia, múltiples grupos de mujeres (en su mayoría de ideología feminista) se han encargado de nombrar, visibilizar y denunciar aquellos actos tan normalizados en el día a día, donde nuestro cuerpo resulta recipiente de opinión y delito.

Hay muchas formas de lucha y una de ellas es el arte, por lo tanto, quisiera rememorar la existencia del primer grupo de arte feminista en México, Polvo de gallina negra, fundado en 1983 por Mónica Mayer y Maris Bustamante. Este grupo, principalmente dedicado al performance y artes plásticas, pretendía lograr lo siguiente: 

  1. Analizar la imagen de la mujer en el arte y los medios de comunicación.
  2. Estudiar y promover la participación de la mujer en el arte.
  3. Crear imágenes a partir de la experiencia de ser mujer en un sistema patriarcal, basadas en una perspectiva feminista y con miras a transformar el mundo visual y así alterar la realidad.

Mónica y Maris decidieron usar este nombre para su grupo porque: “considerábamos que en este mundo es difícil ser artista y más peliagudo ser mujer artista y tremendo tratar de ser artista feminista, por lo que pensamos que sería sabio protegernos desde el nombre”. Ambas comentan que invitaron a más mujeres a ser parte del grupo, sin embargo, se sabía que aceptar ser parte de este tipo de colectivas significaba la muerte pública en el mundo convencional del arte, nadie quería cerca a mujeres incómodas con arte no hegemónico. Ellas tenían que procurarse sus propios espacios. 

La calle fue uno de ellos, el espacio público, ese al que históricamente le había sido negado a las mujeres, sobre todo la construcción del mismo. Su performance inaugural (en el cual también participó Herminia Dosal) fue el 7 de octubre de 1983 en el hemiciclo a Juárez y llevaba por nombre: Receta del Grupo Polvo de Gallina Negra para hacerle el mal de ojo a los violadores, esto sucedió durante una marcha contra la violencia a las mujeres. En ese lugar, las artistas mezclaron los polvos correspondientes y los repartieron en bolsitas al público, en un acto muy simbólico de procurarnos la protección que nadie más podía darnos.  

El arte de vanguardia que pretende un cambio social generalmente dura poco, es efímero porque es intenso, es fuego. Por lo tanto y además de que las condiciones materiales/sociales no permiten hacer este tipo de arte y vivir dignamente todo los días del año, el grupo Polvo de gallina negra dijo adiós después de su segundo y ambicioso proyecto titulado ¡Madres!

Sin embargo, cada una siguió su rumbo a sus tiempos y posibilidades. Por ejemplo, Mónica Mayer inventó un proyecto performance que prevalece hoy por hoy como una herramienta para muchas personas víctimas de violencia, sobre todo sexual: el tendedero de denuncias.  El tendedero conjuga un trasfondo público y privado, pues es una consigna de llevar una herramienta de las labores domésticas (el tendedero) al espacio público para exhibir lo que sucede detrás de las puertas, en donde los derechos, la autonomía y el consentimiento son desaparecidos. 

El arte es muchas cosas, un concepto difícil de asir,  pero las personas que lo hemos experimentado sabemos que tiene que ver con las emociones y las entrañas —recordemos que el corazón es entraña—, (la experiencia estética la dejaremos para otro momento y texto). 

Sin duda, el arte valiente trasciende aunque éste vaya a contracorriente y le sea incómodo a quienes lo mercantilizan o claman de “buen gusto”, sin embargo, he de agradecer, junto con miles de mujeres, a Mónica y a todas las demás artistas su ingenio, su corazón, sus manos y su decisión de hacer arte en un contexto hostil, hoy la lucha sigue, con las herramientas y enseñanzas que nos han dejado como legado.