Es 2022, estamos por llegar al primer cuarto del siglo XXI y tras una pandemia -a la que realmente aún no le vemos fin- es increíble cómo al voltear a ver las carteleras se hace evidente que hay temáticas y audiencias que son descaradamente ignoradas, e incluso peor, hay obras que van en la dirección correcta pero no gozan de los presupuesto o de la difusión necesaria.

Si bien es verdad que los tiempos obligan a voltear hacia ciertos temas, muchas veces se olvida que son las infancias en quienes está el futuro, de ahí la necesidad de impulsar al arte como un medio. “Las artes son una escuela emocional con la que lidiamos desde otro lado con las emociones, tanto realizadores como audiencias. Generan sensibilidad”, explicó en entrevista Saúl Enríquez.

Nacido en Veracruz, Saúl Enríquez, dramaturgo y director teatral, reconoció que el acercamiento al teatro, como a cualquier arte es un ejercicio de consumo constante “Es verdad que no todo el arte nos va a gustar, como cualquier cosa, pero cuando uno encuentra lo que le gusta es una experiencia del alma. Cuando ves una obra que te habla de frente, te sensibiliza, va a la parte más profunda y pura de los seres humanos”

Tras el reciente estreno de El Hámster del Presidente en el Teatro Helénico, adaptación que el veracruzano hizo del cuento homónimo de Juan Villoro, conversamos sobre el proceso para llevar a las tablas esta historia. “Cuando Jimena Saltiel, a quien admiro muchísimo, me invitó a trabajar con este cuento, el puro nombre del maestro Villoro me hizo saltar y decir ‘sí’”.

Nos contó que en el proceso decidió que debía darle un peso mayor a la familia del protagonista, Ruy. “Hay que incluirla porque siempre hay un adulto escuchando con una mirada más compleja. Hay que involucrarlo con otros códigos. Esto también ayudó a extender la obra; respetando la semilla y la sustancia de la gran anécdota de Villoro. Hacer del hámster no sólo el vehículo para abordar el tema de las mascotas y su cuidado, sino algo frágil de la sociedad que no tiene voz y necesita voltearse a ver.”

Con El Hámster del Presidente, Saúl Enríquez repite mancuerna con Once Once Producciones y comparte su alegría por hacerlo. Entusiasmado habló de su admiración por Jimena Saltiel, directora general de la productora y por Paula Zelaya, directora de la obra. “Jimena tiene unidas todas la voces siempre en colaboración. Nos hace dialogar. He leído textos muy interesantes en papel y en escena no se mueven. Un texto teatral debe tener huecos donde quepa la imaginación del director y la dramaturgia del actor; aquí hay cabida a que todos pongan de su parte para engrandecer la obra”. 

Enríquez, quien tiene en su carrera varios textos y montajes dirigidos a niñxs y jóvenes, en cada uno de ellos, nos cuenta, ha podido aprender que cada mensaje tiene un tratamiento diferente. “El teatro juvenil e infantil ha ido creciendo, especialmente en la ciudad, aunque a veces son desdén se cree que los mensajes son y deben ser más sencillos; pero se puede abordar cualquier tema, el chiste es saber qué tratamiento se le da. Todos somos seres en formación , pero con los más pequeños hay que tener cuidado con las formas”. 

Y es que tras su primer montaje, el también director, recibió una gran lección de un pequeño de 13 años quien se acercó para pedir obras que fueran representadas por actores de su edad, con quienes pudiera conectar. “Deben verse reflejados en escena, los héroes o heroínas deben ser niños y niñas” explicó. Es así que en su carrera ha experimentado no sólo en el contenido dramático, también en las formas. Pues recientemente, dirigió una puesta en escena interactiva titulada “Amor: Laberintos para cuerpos y pantallas”.

La pura búsqueda de estilo no basta, siempre la acompaña una necesidad. No es que yo diga ‘haré una obra interactiva’, la obra me lleva a la interactividad. Uno se mete en aprietos, a veces no se sabe qué hacer. Con mi compañía Nunca Merlot Teatro hubo ideas buenas hasta que al ejecutarlas no funcionaron; otras que pensábamos que no funcionarían y lo hicieron. Nos dimos cuenta que las obras se transforman poco a poco, porque las audiencias te ayudan a hacerlo en cada función” agregó.

Actualmente, Saúl Enríquez se encuentra trabajando en nuevos proyectos. Dos junto a la directora y actriz Angélica Rogel, uno, nos confiesa, es una carta de amor a las madres solteras, el otro sobre la risa de los niñxs. Asimismo, tiene en el cajón otros proyectos con infantes protagonizando temas como la obesidad o los pueblos tarahumaras. También planea un texto que promete mucho pero mucho ritmo hip hop. 

Sin embargo, lo que más le entusiasma es venir a la Ciudad de México para poder ver por primera vez el montaje final de El Hámster del Presidente, “Cuando escuchas las primeras palabras y ves que algo ya encarnó en un cuerpo, una idea materializada es maravilloso. Siempre lloro, me doy cuenta de que está viva una idea. Las críticas han sido favorables y estaba seguro que así sería porque hay pura gente de buen corazón en este proyecto”.

Si tú como Saúl Enríquez no has visto la obra y quieres conocer su trabajo puedes adquirir tus boletos en la taquilla del Teatro Helénico o en la página: helenico.gob.mx. Las funciones son  sábados y domingos hasta el 11 de septiembre.