Sicarios, sueños y chamacos en crecimiento: Cuando la vida le dio limones y Sujo hizo limonada.
Había estado queriendo ver Sujo desde que me waché un reel en Instagram el otro día donde aparecían por los actores quienes encarnan al protagonista, me enganchó por completo. No fue tanto por el lema “Hijo de un sicario”, sino por lo que parecía prometer. La verdad, por el mero poster pensé que era una película de terror, pero me desatonté con la buena publicidad. Así que, a duras penas, me presenté en la última función en cines comerciales el 31 de diciembre y la coroné como mi última película del 2024. Y vaya que valió la pena.
El cine mexicano sigue abriéndose paso, esta vez con Sujo, dirigida por Astrid Rondero y Fernanda Valadez, al ser su tercer filme en colaboración. Aunque no logró representar a México en los Premios Goya ni en los Oscar 2025 (una verdadera lástima), dejó una marca en la crítica internacional. La película mete las manos en la violencia, la pobreza y la resiliencia en un contexto bien mexicano, y destaca un elemento crucial: la participación de la UNAM, que influye tanto en la narrativa como en la producción.
Sujo cuenta la historia de un morrito huérfano tras el asesinato de su padre, un sicario de un cártel. Criado por su tía en un ambiente de pobreza y aislamiento, el chavito enfrenta las secuelas de la violencia que ha marcado su vida. A medida que crece, las circunstancias lo empujan hacia el mismo ciclo de violencia que destruyó a su familia. Pero en su adultez, decide romper con ese destino. Su sueño de reconstruir su vida en la Ciudad de México y aspirar a la UNAM (una vida estudiantil) se convierte en el motor de su historia, simbolizando una esperanza palpable en medio de la adversidad.
Tuve la chance de cotorrear con las directoras un poquitín, quienes me compartieron algunos detalles que me tenían intrigado. Más allá de repetir lo ya dicho en entrevistas, quería saber cómo aterrizaron esta gran idea. Inspiradas por clásicos de la literatura, de Charles Dickens a Thomas Hardy para poner a prueba esa dolencia colectiva junto al sentimiento de un gran quizá, hacer una influencia magnífica en la forma en cómo cuentan estos parajes de la vida de un muchacho a hombre. Aunque las directoras negaron que su obra tuviera chispazos de realismo mágico, sí se llegan a reflejar cómo los pueblos originarios de nuestro país mantienen viva su cultura en este tipo de sutilezas en el estilo. Con cuatro capítulos, logran contar una poderosa historia con un magnífico final, que te deja con un sabor de boca tristísimo.
Esta representación (de la cual me hubiese encantado tener el lema en las áreas de marketing: “Los huérfanos de un país en llamas”) mantiene una línea voraz de responsabilidad social como cineastas. Sus directoras, inspiradas en su película anterior Sin Señas Particulares, cuentan una nueva historia con un estilo de cine capitular, un riesgo que, como me contaron, debía tomarse. Este coming of age nos lleva de un salto a otro, abriendo una nueva perspectiva.
El cine capitular es un elemento muy riesgoso de utilizar, sin embargo, es un riesgo fríamente calculado. Declararon que su objetivo era presentar cambios de género durante dichos capítulos, aunque un tanto diluidos para que la historia no se pierda por completo. Esto deja una sensación de ver dos películas diferentes… porque, casi que lo son. ¿A poco uno no se siente como diferente persona de cuando es niño a cuando crece? Este tipo de narrativas hacen que la experiencia se sienta más larga al espectador, o que un punto de giro se vuelva un punto final muy extraño. Pero nos habla de la constancia del personaje de Sujo, su relación consigo mismo y los demás, y su forma de solucionar.
La fotografía, la música, los planos y encuadres son de una calidad altísima, me hace evocar sentimientos profundos. Hacerme pensar no sólo en mi privilegio al haber sido estudiante, sino también reconocer lo difícil que es poder cambiar cuando te agarran de la manita y te arrastran a un camino, el cual parece ser el único. Esa parte, en la construcción de la identidad del personaje, la vuelve una forma espectacular de contarla en lenguaje cinematográfico. Porque Sujo, en su conflicto interno de preguntarse sobre su herencia, la construcción de esta identidad es fundamental aunque se haga a través de la tragedia. Su nombre, el punto central de la película y la clave exacta de quiénes somos cuando nos perdemos, al final se nos da respuesta pero es una que el personaje no lo sabe y tal vez nunca lo sabrá. Nos hace dotarlo de un significado poderosísimo, porque nos mantiene compasivos a nuestra propia dolencia.
De ser alguien salvado por Nemesia o sus amigos, pasa a retomar sus decisiones como propias, sus anhelos y deseos como esperanza de cambio. Una gran alegoría no sólo a la situación individual, sino colectiva de un México destinado a la perdición que puede cambiar su rumbo con la esperanza de aprender y ser mejores. La UNAM, como una institución reconocida internacionalmente, representa un faro de crítica y profesionalismo.
Por otra parte, más que un simple recurso narrativo, la universidad simboliza donde los sueños y la resiliencia encuentran un espacio para hacerse realidad. Esta obra es un triunfo para las creadoras y para el cine mexicano, y reafirma el papel de la UNAM como cuna de talentos y promotora del arte como motor de cambio social. Con Sujo, arte y educación convergen en una propuesta que trasciende las pantallas. La película nos invita a reflexionar sobre la posibilidad de cambio en contextos difíciles, con la UNAM como puente entre la realidad y el potencial transformador del cine.
En otras dichas, la Fundación UNAM junto con la ENAC ayudarán a que esta película se presente en comunidades vulnerables, y también sigue presentándose para el disfrute visual en la Cineteca. Esperemos pronto verla en plataformas para que más personas puedan gozar de la dicha.
Al final, Sujo no es sólo una película; es un recordatorio de que, incluso en el entorno más oscuro, la esperanza puede florecer. Y es que, a veces, solo necesitamos el valor de un morrito decidido para cambiar el destino de toda una nación.
Si tienes la oportunidad, no dejes pasar la experiencia de ver Sujo. No solo es una película; es un viaje emocional que te llevará de la mano por los recovecos más profundos de la humanidad y la esperanza. Una obra que te dejará reflexionando y, sobre todo, creyendo en la posibilidad de un cambio.
Sujo, eres lo más bonito que he visto en el nuevo cine mexicano.
CURIOSIDADES:
El nombre Sujo, según sus directoras, la inspiración viene de un cuento que Fernanda Valadez leía de pequeña: Sujo y el caballo blanco, una leyenda mongolia del libro de Yuzo Otsuka. Para ellas fue un elemento importante de cómo resignificar o darle un significado un nombre extranjero a emplearlo de este lado del mundo.
Astrid Rondero se encarga de las piezas musicales originales para la película. Declara que aunque no es músico profesional, es algo que le ha apasionado desde siempre. Y durante la pandemia, durante una edición de montaje hecha por su colaboradora Valadez, presentó una pieza compuesta por ella quedando ésta en el corte final.
Las grabaciones dentro de la UNAM se realizaron en las Islas de Ciudad Universitaria, así como en la Facultad de Derecho y la Facultad de Filosofía y Letras.
Astrid Rondero es egresada de la ENAC y Fernanda Valadez egresó de Filosofía y Letras, ambas escuelas fueron pieza fundamental en la creación de esta película.
Ficha Técnica:
- Título: Sujo
- Año: 2024
- Duración: 126 min.
- País: México
- Dirección: Fernanda Valadez, Astrid Rondero
- Guion: Fernanda Valadez, Astrid Rondero
- Fotografía: Ximena Amann
- Compañías: Coproducción México-Estados Unidos-Francia; Silent R Management, EnAguas Cine, Corpulenta Producciones, Alpha Violet Production, Pimienta Films
- Género: Drama | Familia. Bandas/pandillas callejeras