El Mundo de Tim Burton
Las expectativas creadas para la exposición de El Mundo de Tim Burton eran altas. El eco a nivel mundial, la incesante promoción y los elevados precios de los boletos hacían pensar que la exposición ofrecería una experiencia sin precedentes en el mercado cultural del país.
¿El Mundo de Tim Burton vale los 320 pesos de su boleto? Para ser justos, debemos poner en perspectiva varios puntos que pudimos vivir durante nuestro paso por la exposición.
Accesos
Aunque los accesos al museo fueron relativamente ágiles y el staff estaba organizado, la venta excesiva de boletos entorpeció la fluidez de la entrada. Era imposible avanzar de manera dinámica en un espacio, que si bien no es pequeño, no alcanzaba para albergar a una cantidad de asistentes desbordada.
Un punto en contra de El Mundo de Tim Burton.
Sede
Siempre hemos pensado que el Museo Franz Mayer es un espacio con encanto. Su fachada colonial y sus hermosos jardines hacen de éste, un museo que hace lucir a cualquier exposición que se presenta en su espacio. El homenaje a Burton no es la excepción y la noche es el mejor momento para pasear por el claustro, bajo la luz de la luna las criaturas del cineasta lucen con mayor brillo y monstruosidad.
Punto a favor de El Mundo de Tim Burton.
Contenido
El contenido de la exposición es quizá el punto donde más disyuntivas existen. Por una parte, se podrán encontrar con una selección exquisita de memorabilia personal de Burton -bocetos, pinturas, escritos, imágenes, storyboards-. Esta colección no sólo revela otra faceta artística del director, sino que nos ayuda a entender su interesantísimo proceso creativo, sin embargo, debemos decir que la exposición es escasa -por no decir raquítica-, el número de objetos no alcanza para satisfacer el hambre de sus fanáticos más acérrimos e incluso deja fuera obras clave en la carrera del cineasta -tal es el caso de Ed Wood-.
El desempate en este punto se dio con la evaluación del material audiovisual. El Mundo de Tim Burton presenta, entre otras cosas, pasajes hilarantes de sus dibujos animados y cortometrajes de sus inicios como creador, un verdadero tesoro para sus seguidores y biógrafos, sin embargo, la pobre instalación audiovisual del museo, el desinterés de los técnicos por optimizar los problemas de sonido e imagen y la opaca presentación del material, hacen que este punto desluzca y se torne aburrido.
Punto en contra de El Mundo de Tim Burton.
Sensación final
Al terminar el breve paseo, la sensación general es la de sorpresa: ¿en serio ya terminó?
Aunque El Mundo de Tim Burton esconde algunos pequeños tesoros en su interior, el excesivo precio y la sobreventa de boletos hace que la experiencia sea insatisfactoria. Lo que pudo ser una íntima, interesante y económica -mucho más económica- exposición, se convirtió en otro monstruo sobrevalorado, alimentado por la ambición de las instituciones “culturales” de nuestro país.