El peor enemigo de una banda puede llegar a ser la batería, aquél instrumento que puede evidenciar el desfase del compás y ocasionar que el resto de la agrupación toque por su propia línea, logrando un total desorden.

El caso del baterista de Led Zeppelin era totalmente distinto, John Bonham no solo funcionaba como una excelente base rítmica, sino como un atractivo más de la banda inglesa, no bastaba con saciar los ojos observando a Jimmy Page desgreñando la guitarra o a Robert Plant maltratando a placer su paralizante voz; también uno podía impactarse cuando escuchaba a Bonham azotar su batería en canciones como Mobby Dick.

John “Bonzo” Bonham

Su aporte al rock fue romper con los estereotipos jazzísticos y bluseros que tenían amoldado el sonido de la batería; Bonham comenzó a golpear con mayor fuerza su percusión, lo que a la postre motivaría a géneros como el Heavy Metal, caracterizados por la fortaleza y la velocidad de los impactos.

Es tal su virtuosismo que la pieza titulada Rock n` Roll, en realidad solo cumple con el nombre por la constancia de los ritmos y acordes, no obstante, la canción inicia vibrando el platillo, da entrada a los demás instrumentos con un redoble y durante el desarrollo mantiene un timming trepidante, totalmente ajeno al género en su forma más primitiva.

Led Zeppelin | Foto: Dick Barnatt/Redferns

Los 32 años que vivió John Bonham fueron de experimentación con las percusiones orientales conocidas como gongs y otros instrumentos; solía extasiar al público con solos de batería, eran pocos los individuos que se atrevían. Su grandeza es tanta, que cuando murió, Led Zeppelin dejó de existir, podría parecer exagerado, pero en realidad, sabedores de aquellas manos sagradas, la banda británica estaba consciente de que había perdido su base más importante.