Julio Cortázar, el revolucionario de la literatura
Julio Cortázar es un hombre que nos ha liberado, nos ha dicho que se puede hacer todo.
Carlos Fuentes
Uno de mis autores favoritos es Julio Cortázar, el escritor argentino creía en una realidad que va más allá de realidad misma, una realidad que hemos decidido no ver, pero que está ahí, fue un grande tanto en la forma como en el contenido de su obra. A Julio Cortázar se le puede definir de diferentes formas, yo opto por dos; el primero, un hombre fascinado por la narración y el segundo, un innovador del género fantástico y autor textos perfectos, escritor prolífico, donde la experimentación es constantes en su obra.
Todos tenemos escritores que nos marcan por afinidad o asombro, no importa cuantas veces leas determinado autor o libro, siempre aprenderás algo nuevo; Julio Cortázar es de esos literatos, nos sorprende una y otra vez con los cuentos “Axolotl”, “La autopista del sur” y por supuesto Rayuela, su obra maestra. No se puede entender la narrativa fantástica sin Cortázar y viceversa, los saltos que plasmó entre lo real y lo fantástico escapan del del espacio-tiempo para cautivar al lector y maravillarnos de la persona que somos cuando lo leemos.
La trascendencia de Cortázar quedó plasmada en “El perseguidor” y Rayuela, el primero es un cuento con personaje y vidas paralelas donde el tiempo no existe, y la improvisación narrativa es el eje principal; el segundo, es una revolución literaria en el sentido más simple de las palabras, por la historia de Horacio y “La Maga”, por la estructura a la hora de leerla y por el libre albedrío otorgado al lector para darle un final. Cortázar creó una nueva forma de ser escritor, de la mano de un lector activo, que se sintió parte de la historia y creó nexos entre los dos.
Comparto un extracto de Rayuela, dice así:
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos cómo si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
El castellano fue su idioma y lo defendió hasta el final, del mismo modo dejó en claro que existía la posibilidad de cambiar de opinión, también protegió la libertad de escritor y de la intelectualidad latinoamericana. La forma de pensar y de ver la vida, le permitió aventurarse en diferentes géneros: cuento, novela, ensayo, poesía, periodismo, entre otros; trabajó para cautivar al público latinoamericano y que éste leyera a escritores de su continente, así como crear una escritura que haga pensar e imaginar y no sólo sea exclusivamente literaria.
Julio Cortázar poseía un linaje único, por su concepción de la literatura, por la forma de estructurar su obra y por labrar un lenguaje propio; a través de sus libros Cortázar creó un vínculo con el lector, lo hizo cómplice, que por medio de la lectura da vida al texto. Sin ser dueño de la verdad, digo que Julio Cortázar es el mejor escritor de Latinoamérica, no hay otro; entrelazó a la perfección lo fantástico en lo real con destreza hasta ahora irrepetible, la escritura fue la autopista en la que Cortázar se relacionó con los lectores.