El 25 de mayo de 1977, sin saberlo, el mundo del entretenimiento y la cultura pop habían cambiado por completo y para siempre. El mundo estaba cambiando. Habían pasado las revueltas de los años 60, la guerra de Vietnam había terminado y Estados Unidos era el perdedor, Nixon manchaba para siempre la imagen del cargo presidencial tras una serie de escándalos sobre abuso de poder e intimidación a periodistas. Pero en medio de todo eso, un pequeño rayo de luz. Una nueva esperanza.

De entre los escombros de la derrumbada “América perfecta”, y separándose del pesimismo que retrataba el cine estadounidense de los años 70, un pequeño grupo de jóvenes cineastas apostaban una vez más por el optimismo y la ciencia ficción. Entre ellos, se encontraba un realizador con sólo dos películas bajo el brazo, pero con mucha ambición. Un fresco director que creció viendo a aleccionadores hombres que viajaban por el espacio y que soñaba con ver esas historias regresar.

El joven George Lucas llevó su más reciente historia a todos los estudios que estuvieron dispuestos a escucharlo, pero nadie parecía estar interesado. Sin muchas ilusiones, llegó a 20th Century Fox, quienes aceptaron su proyecto a regañadientes, teniendo tan poca fe en él, que incluso permitieron que Lucas conservara los derechos totales de su obra. Así, con un modesto presupuesto de 13 millones de dólares, las cámaras comenzaron a rodar y para el momento en que tocó la pantalla de plata por primera vez, Star Wars cambió por siempre la industria.

Durante décadas, los grandes estrenos eran lanzados en diciembre o en algún momento del invierno, ya que es cuando la gente tiene un poco más de dinero, y se pensaba que en el verano nadie vería una película, pues todos se encontraban en la playa. Debido a la poca seguridad que tenía la casa productora en la película, La guerra de las galaxias estrenó en mayo y (de la mano con Jaws de Steven Spielberg), creó lo que hasta la fecha conocemos como el verano de estrenos.

Pero no sólo fueron los 775 millones de dólares que recaudó en taquilla, los niños morían por mercancía oficial de la película como nunca antes, mercancía que ni siquiera existía, ya que nunca se pensó que la producción tuviera éxito. Los estudios comenzaron a darse cuenta; el negocio de las películas no termina cuando se retiran de cartelera.

Así fue como la bola de nieve comenzó a rodar. Han pasado 44 años, 12 películas, tres series animadas, una serie live-action e infinidad de cómics y novelas, y Star Wars no se ha detenido, ni muestra señal de hacerlo pronto. ¿Por qué? ¿Qué es lo que tiene esta saga que parece no cansar a sus seguidores y al público casual? ¿Fue la simple pero emotiva narrativa del director? ¿Fue la música de John Williams? ¿Fueron las carismáticas actuaciones de sus desconocidos protagonistas? La respuesta se divide en varias partes.

Ya es bien conocido que Lucas tenía más que presente el trabajo del académico Joseph Campbell, especialmente El héroe de las mil caras (1949), sin embargo, muchos otros (tal vez demasiados) han intentado exactamente la misma fórmula y no han tenido ni siquiera una sombra del éxito obtenido por la familia Skywalker. Esto se debe a que Lucas fue aún más atrás, tan atrás como le fue posible. Buscó temas universales que la humanidad ha buscado y resentido desde el origen de su existencia y los esparció como mantequilla sobre pan a lo largo de toda su obra.

La trilogía original (conformada por A New Hope, The Empire Strikes Back y Return of the Jedi) nos lleva por lo que parece ser una inocente aventura espacial, que poco a poco se torna más oscura y nos recuerda el valor de la libertad, la lucha contra los miedos internos, la importancia de la insurrección ante la tiranía y las segundas oportunidades.

La trilogía de las precuelas (conformada por The Phantom Menace, The Attack of the Clones y Revenge of the Sith) se vuelca a la política, los interminables comités que no resuelven nada, la arrogancia que puede surgir en las repúblicas, el doloroso camino al que conduce el miedo y la ira, el costo de las traiciones y la pérdida de la humanidad.

La trilogía de las secuelas (conformada por The Force Awakens, The Last Jedi y The Rise of Skywalker) habla prominentemente sobre la sombra del pasado, el enorme peso que pueden causar las dudas sobre nuestro origen o nuestro futuro pero que, finalmente, siempre se puede escoger por uno mismo, enmendar los errores y comenzar de nuevo.

La saga Skywalker nos lleva por mundos desconocidos, nos presenta imágenes impresionantes y duelos acelerantes, pero siempre teniendo como base emociones primarias. Dramas épicos y casi shakespearianos sobre amores imposibles, ambiciones, traiciones, guerra, lineas familiares, muerte y esperanza. Son temas que se repiten en la historia de la humanidad hasta el día de hoy y es por eso que resuenan constantemente a lo largo de una galaxia muy, muy lejana. Por tal motivo Lucas escogió que cada película y cada trilogía rimara entre sí, como un eterno poema (aunque con rimas demasiado parecidas, para el gusto de algunos).

Desde su turbia creación, Estados Unidos ha estado desesperado por una identidad y una mitología que le sean propias. Para esto ha recurrido constantemente a la ficción; a su literatura, su televisión y su cine. Durante muchos años logró consolidar al western cinematográfico como su folclore, pero como todo género, llegó a su inevitable declive, dejando a los norteamericanos con un vacío, mismo que Luke, Leia y Han estuvieron dispuestos a llenar. Gracias a los héroes, villanos, forajidos, leyendas y sobre todo toques de espiritualidad, los anglosajones y el resto del mundo, encontraron en Star Wars un equivalente a la mitología moderna, algo que podían llamar propio. Al retomar conceptos espirituales de todas las religiones, aunque mayormente orientales, Lucas logró entregar en la Fuerza, una nueva filosofía para las nuevas generaciones.

Es 2020 y, aunque ahora en la manos de The Walt Disney Company, Star Wars no muestra señal alguna de parar en un futuro próximo. Nunca sabremos si George Lucas estaba completamente consciente de la inmensidad del universo que estaba creando, un universo donde cada estrella puede ser una nueva historia, ya sea de la mano de la familia Skywalker, de una aprendiz de Jedi en la época de la antigua república, un grupo rebelde que cambia el rumbo de la guerra, un forajido excelente para pilotar naves, o de un cazarrecompensas mandaloriano que se encuentra con el compañero más inesperado.

Desde 2009, Lucasfilm Ltd y los fanáticos declararon al 4 de mayo como un día para celebrar a la saga galáctica, anunciar nuevos proyectos y estrenar contenido (debido a su similitud fonética en inglés a “May the Force be with you”), y  para los seguidores de esta historia, no queda más que reclinarnos en nuestro asiento y disfrutar de esta historia (ahora) interminable. Ya sea que disfrutemos cada nueva entrada al universo o no. Disfruten este día de Star Wars y que la Fuerza los acompañe, siempre.