Mes: enero. Día: 20. Año: 1946. Los desgarradores ecos que dejó el paso de la Segunda Guerra Mundial aún golpeaban las paredes del subconsciente de una sociedad ávida por vivir, cuando un bebé, destinado a noquear los sentidos de la gente y evidenciar el caos oculto en la cotidianeidad, emitía sus primeros sollozos. David Lynch vio por primera vez la luz en el incógnito condado de Missoula, Montana, pero el trabajo de su padre haría que esos ojos inhalaran grandes porciones de un Estados Unidos que los inspiraría para construir una obra incómoda, tétrica, alucinante y, a la vez, adictiva.

Ocioso es hablar del paso del joven David por las academias de arte o su viaje a Europa buscando ser el aprendiz del expresionista Oskar Kokoschka, para entender su obra y su estilo, es más pertinente hablar de su primer largometraje, en el que conjuga todos los elementos que caracterizan la obra de este insigne artista: el obsesivo diseño de sonido, sus ambientes claustrofóbicos y contrastantes y la eliminación de la línea que divide la fantasía y la realidad, por medio de un ambiente onírico.

Tras obtener un discreto éxito en el mundo académico con sus cortometrajes Six Men Getting Sick y The Alphabet, así como con su mediometraje The Grandmother, Lynch obtuvo un financiamiento de 10,000 dólares por parte del American Film Institute Conservatory para hacer realidad un guion de 21 páginas titulado Eraserhead. La ópera prima del director comenzó a filmarse en 1971 y no fue sino hasta 1977 cuando salió a la luz. 

Un establo abandonado fue el vientre idóneo para la gestación de un filme cuyo nacimiento se vería precedido de una serie de contratiempos que pusieron en riesgo el alumbramiento de esta obra. La falta de fondos y la poca credibilidad que tenía el aún desconocido David Lynch, fueron los principales factores que obligaron a detener el proceso de creación de Eraserhead. Así, la filmación de la película se detenía en cuando los fondos se agotaban y era reiniciada hasta que Lynch conseguía un poco de efectivo para continuar su obra.

Los préstamos de padre, su entonces esposa, su amigo de la infancia Jack Fisk, así como un empleo como repartidor de periódicos, fueron los principales mecenas de la ópera prima de Lynch y el motivo por el cual este filme se continuó gestando. La filmación de Eraserhead duró cinco años, en los cuales el protagonista de la película, Jack Nance, se vio obligado a mantener el peculiar corte de cabello que luce Henry Spencer.

Mientras la obra de David caminaba sobre terrenos fangosos y avanzaba a pasos cansinos, la relación con su esposa se desgastó, lo que concluyó en un divorcio. Lo anterior orilló a Lynch a vivir en el set de filmación de la película y a realizar otro tipo de trabajos para continuar con la financiación de su obra. Tras superar estos obstáculos, Eraserhead pudo ser terminada en 1976, sin embargo, su alumbramiento no fue sencillo.

Como sucede en los hospitales públicos atestados, el nacimiento de la obra de Lynch se vio ensombrecido por la negativa de diversos festivales para proyectar Eraserhead. Tras padecer el seco sonido de las puertas al cerrarse, hubo un festival que le dio una oportunidad al novel director. Fue así como en 1977 el Festival de Los Ángeles exhibió por primera vez Eraserhead con una asistencia de 20 espectadores que presenciaron el alumbramiento de lo que, a la postre, sería considerada una película de culto.

Esta fue la odisea que David Lynch tuvo que padecer para dar a luz a su ópera prima. Ningún dios caprichoso, ningún juez escéptico, ni ningún canto de sirenas fue obstáculo suficiente para que el joven director fuera capaz de mostrar al mundo su talento e insertarse en el Olimpo de la cinematografía.

Eraserhead es un filme incómodo y claustrofóbico que absorbe la mirada del espectador, golpea su cerebro y redefine la realidad. La mezcla de realidad con sueños oníricos, aderezados con un sonido exagerado y unos ambientes asfixiantes son sellos que Lynch plasmó en su ópera prima y que mantuvo a lo largo de su filmografía. El miedo a la paternidad que experimenta Henry Spencer es reflejo del temor que sintió David Lynch cuando se casó con su primera esposa al saber que estaba embaraza, ese miedo lo transpira la pantalla y contagia a un público que está clavado en su asiento ante la ola de imágenes surrealistas que lo impactan y enamoran.