Margot Robbie y su carrera
Si algo ha sabido vendernos Hollywood es la imagen. Cientos de personalidades han tenido un paso fugaz por la fama gracias a la gran catapulta que representa la industria cinematográfica estadounidense. Son pocas las figuras han superado el devenir de tiempo, muchas terminan con los privilegios de estar de moda en un abrir y cerrar de ojos.
Mujeres como Marilyn Monroe, Ingrid Bergman, Lauren Bacall o Audrey Hepburn conquistaron la industria por su gran belleza, pero también por sus habilidades histriónicas. Pero, poco a poco, la presión sobre los estándares físicos se ha impuesto por encima del talento. Así, es que vivimos surgir íconos que se apagaron conforme fueron juntando velitas en el pastel. Tal es el caso de Demi Moore, Elizabeth Hurley o Brooke Shields, de quienes sólo recordamos su hermosura.
En el mejor de los casos consiguen papeles en grandes cintas, lo que ayuda a mantenerlas vigentes, porque en no es un secreto que la sociedad ha cargado en las mujeres una gran presión por su aspecto físico. Esta imposición no ha sido menor cuando se trata de figuras públicas, actrices y cantautoras cuyo camino se llena de piedras llamadas: prejuicios y estándares hegemónicos.
En esta Hollywood salvaje, surgió una de las actrices reconocida como una de las más sensuales de nuestros días: Margot Robbie. De la legendaria serie australiana Neighbours saltó a Estados Unidos con la nada exitosa serie Pan Am. La oportunidad en la pantalla grande llegó con About Time, y aunque su participación era secundaria, su papel resaltaba la idea de “la chica atractiva que hace suspirar”.
Fue el gran Martin Scorsese, quien puso sobre el mapa a Robbie, en The Wolf of Wall Street. Al interpretar a Naomi Lapaglia, la actriz se convirtió en el vivo retrato de la hermosura. Todos hablaban de ella, e incluso Leonardo DiCaprio fue el actor más envidiado del 2013 por haber compartido pantalla y escenas tan candentes junto a esta hermosa australiana. Sin duda, trabajar con Scorsese fue todo un acierto.
Pero Margot Robbie era demasiado astuta para dejarse engatusar con la lluvia de alabanzas sobre su imagen, por lo que decidió crear la compañía productora LuckyChap Entertainment junto a Tom Ackerley, Josey Mcnamara y Sophia Kerr. Bajo este sello, llegó I, Tonya cinta con la que demostró que ella era más que una cara bonita y que sus habilidades histriónicas iban más allá de los papeles cliché en los que poco se le exigía a nivel interpretativo. Determinada a no ser encasillada, la también modelo dio vida a una desgarradora Tonya Harding y con ello se abrió paso en los premios de la crítica.
Y aunque ha sido difícil lidiar con una industria que pone tanto peso sobre la espalda de todos los que trabajan en ella, esta maravillosa actriz ha tratado de mantener el balance en su carrera. Si bien el estereotipo rubio -que en realidad es castaña por naturaleza- le ha permitido obtener papeles como el de Harley Quinn o ser la reencarnación de la mítica Sharon Tate en Once Upon a Time in Hollywood; su astucia y talento serán responsables de mantenerla vigente en el negocio, ya sea como intérprete o productora.
Robbie también protagonizó de Barbie, cinta producida por LuckyChap Entertainment y dirigida por Greta Gerwig, sobre la cual trabajó para dar al público algo completamente distinto a los estereotipos creados sobre la famosa muñeca. La crítica se divide entre los resultados que la película logró, sin embargo, no podemos negar que fue un paso -o más- adelante de lo que las películas taquilleras han hecho en cuanto a la representación de la mujer se trata.
Hoy, la actriz es una de las más talentosas de la industria. Alejada de las polémicas, reconocida por ser accesible tanto con su equipo de trabajo como con fans. Líder de un movimiento que favorece la exposición de mujeres y por supuesto con una belleza que va más allá de lo físico.