Desde Dolan con su verdad pesimista en Mommy: “Yo cada vez te querré más y tú cada día me querrás menos. Es ley de vida”; hasta Lennon y su oda a la ausencia materna en ‘Julia’: “La mitad de lo que digo es sin sentido pero lo digo sólo para alcanzarte”. Grandes artistas han llorado, celebrado e incluso maldecido a sus madres y en este proceso, nos han dejado un camino de recuerdos y referencias a los que siempre regresamos para recordarlas.

Para mí, este recuento m incluye a Todo sobre mi Madre, aquella película de Pedro Almodóvar donde una madre (Cecila Roth) pierde a su hijo en un accidente de auto. Recuerdo haberla visto con mi madre y la recuerdo llevándose un pañuelo a la nariz, quizá por una gripe o tal vez lloraba imaginándose la pérdida de mi hermana o la mía… nunca lo sabré.

Este recuento estaría incompleto sin mencionar el lugar común y cliché (pero aún así memorable), que ocupa Juan Gabriel. Cómo olvidar las serenatas con los amigos de prepa, una guitarra y diez terribles voces que cantan al unísono ‘Amor Eterno’.

Un tanto más macabra es la referencia Hitchckoniana en Psicosis, pero es inevitable no recordar a  Norman Bates guardando el cadáver  de su creadora en el sótano. Amor enfermizo, amor edípico, amor terrorífico, pero amor a fin de cuentas.

Si de letras se trata, tendría que recurrir a los hermanos Grimm y su obra corta Los Tres Pelos de Oro del Diablo, un relato corto que obligaba a mi madre a leerme antes de partir a la escuela, vaya malcriado de la literatura.

Apenas 2 años atrás, descubrí una joya musical que me obligó a valorar a mi madre de formas dolorosas. En Carrie and Lowell, Sufjan Stevens le canta al fantasma de su madre alcohólica, la redención, el dolor y el perdón derrochan arte en 13 canciones de un disco irrepetible en la historia de la música. Casi a la par de este descubrimiento, Nanni Moretti ofreció una película de difícil visionado, una fábula agridulce que medita sobre la vejez y la muerte, e inevitablemente, te lleva a reflexionar el inevitable futuro, Mia Madre era su nombre.

Esta lista de títulos no es más que una excusa para celebrarte, para decirte cuanto significas… Me encantaría mover el mundo y el tiempo como Alexander Kerner en Good Bye Lenin para hacerte feliz, me gustaría darte esas inocentes y trascendentales palabras para que olvidaras todo como lo hizo Jacob Tremblay a Brie Larson en Room, desearía escribirte una canción como Roger Waters para preguntarte si debería postularme como Presidente… Por ahora, lo único que puedo ofrecerte es esta sentida felicitación que hago desde mi lugar favorito de la Tierra, sentado, tomando un café y escribiendo para Bogart Magazine.
Feliz Día de las Madres.