¿Qué le debemos a John Williams?
¿Cómo imaginan a Darth Vader caminando lentamente con un ejército enfrente caído a su mandato, su gran poder y su intensa respiración, pero sin la melodía de la Marcha Imperial interpretada por los chelos? ¿O aquella entonación de trompetas que va in crescendo y estalla en el fraseo característico de Superman en 1978? No cabe duda de que le debemos mucho al compositor estadounidense John Williams.
Y no solamente con estos dos filmes; más de cien cintas fueron sonorizadas a lo largo de seis décadas de trayectoria de uno de los más importantes compositores de hoy día. Además, son películas importantes.
La sensación de peligro constante acercándose en Tiburón (1975); Los violines anunciando el despertar de Drácula (1979); La animadas notas orquestales que indican que E.T. está volando de regreso a su hogar en una bicicleta; La suprema escena en Jurassic Park donde entran al parque y está acompañado de la majestuosa música.
¿Qué quiero decir con todo esto? Que la música es un eje fundamental en los productos audiovisuales, de tal modo que podemos pasar de la imagen al audio, o en estos casos: de excelentes piezas musicales a escenas inolvidables, ambas en una convergencia insuperable. John Williams entiende a la perfección esta fórmula.
Ni siquiera cinco premios Óscar, ni las variadas distinciones pueden definir con precisión la notable trayectoria que no solo se queda en el séptimo arte. El compositor egresado de la universidad de la Universidad de California musicalizó cuatro Juegos Olímpicos (1984, 1988, 1996 y 2002) y algunos programas para la BBC.
A sus 86 años, dudo que “Happy Birthday” sea una pieza adecuada para felicitar a alguien quien con tanto romanticismo, como suele describírsele, nos ha regalado sensaciones incomparables a través de los sonidos. Definitivamente somos partícipes de un creador que viene de hace mucho tiempo, y de una galaxia, muy muy lejana…