The Beatles: el regreso a casa que nunca llegó
The Beatles atravesaban por una etapa más que difícil. Luego de la grabación del Álbum Blanco, su relación se encontraba considerablemente fracturada, pues durante este último, cada quien había trabajado mayormente de manera individual y era necesario cambiar el esquema antes de que el barco se hundiera por completo.
‘‘Se estaba poniendo un poco tenso todo entre nosotros en ese momento, porque habíamos estado juntos mucho tiempo y las grietas comenzaban a aparecer’’, declaró el propio Paul McCartney, icónico bajista y compositor del grupo, quien tuvo que asumir el control de éste luego de la muerte de Brian Epstein, su representante y también amigo. Con un John Lennon ausente y cada vez más desinteresado, un George Harrison frustrado y más rebelde, y un Ringo Starr calmado pero igualmente cansado, McCartney se propuso salvar a The Beatles con un nuevo proyecto.
Basta de experimentación, era tiempo de volver a las raíces para darle un segundo aire fresco al cuarteto de Liverpool. De nueva cuenta trabajarían en conjunto y no por separado, haciendo lo que mejor sabían hacer, rock & roll. Sin embargo, la propuesta era más ambiciosa de lo que parecía, pues al mismo tiempo que se grababa este nuevo disco, también se grabaría una película y para coronar el triunfal regreso, The Beatles daría una vez más un concierto en vivo. El 2 de enero de 1969 comenzaron las sesiones de este proyecto, pero, la manzana ya estaba podrida y todas las buenas intenciones de McCartney no fueron suficientes.
Lo que sucedió durante las entonces conocidas como Get Back Sessions y que recientemente se revisitó en el documental The Beatles: Get Back, fue la antesala del final. Las sesiones que inicialmente se llevaron a cabo en un incómodo y casi lúgubre estudio de cine, se tornaron tensas apenas pasaron los primeros días. Las diferencias entre Lennon y McCartney eran cada vez más grandes, Harrison estaba harto de ser menospreciado a tal grado de dejar la banda, y Ringo simplemente no sabía qué sucedería.
Al final, lo mejor fue abandonar el proyecto, al menos parcialmente. Las sesiones de grabación se trasladaron de los fríos estudios cinematográficos de Twickenham en Londres, a los estudios musicales de Apple en la calle Savile Row de Londres a petición de Harrison para regresar con el grupo. Por otro lado, el gran concierto planeado en algún recinto especial, dejó de ser una prioridad o siquiera una idea, no obstante, Ringo la retomó y sugirió hacer una última presentación inesperada y ahora más que memorable, en la azotea de sus estudios de grabación. El resto, es historia.
Para bien o para mal, fuera de lo que algunos transeúntes y vecinos pudieron apreciar durante el concierto en la azotea, el material de las Get Back Sessions fue olvidado por The Beatles durante prácticamente un año, pues le dieron prioridad a un nuevo contrato y a un nuevo disco en el que intentarían hacer mejor las cosas por última vez: Abbey Road.
Salto en el tiempo, ahora sin Lennon, durante el 3 y 4 de enero de 1970, los 3 Beatles restantes se metieron en el estudio y llevaron a cabo sesiones de dos nuevas canciones para agregar a algunas otras fruto de las Get Back Sessions, y producir el que sería su último disco oficial en salir al mercado, Let It Be.
La producción del disco que en principio estuvo a cargo de Glyn Jones, finalmente fue descartada por cambios que no terminaron de convencer al grupo. Entonces, Phill Spector entró en la ecuación para diseñar desde cero su propio disco; el resultado no fue completamente del agrado de McCartney, especialmente por los cambios hechos a su canción The Long and Winding Road, ya que la técnica especial del ‘‘Muro de sonido’’ de Spector, que incluía orquestación, arreglos nuevos y otros agregados, alejaron por completo al disco de la idea original, que era más rock & rollera.
Ringo y George no tuvieron mayor problema con el resultado final, así que McCartney, molesto y cansado de sus intentos por mantener a la banda, en una jugada impulsiva anunció la separación oficial del grupo y sacó su debut en solitario antes del lanzamiento de Let It Be. No pudo más, había que dejar ser al inminente final de la banda más grande de todos los tiempos.
Pero, al final, ¿qué fue Let It Be más allá de un intento fallido por recuperar al grupo? Let It Be fue un puñado de canciones difíciles de conseguir, pero sinceras.
Two Of Us, una balada folk, abre el disco con Lennon y McCartney cantando juntos sobre punteos y rasgueos calmados pero seguros, al compás de una percusión mesurada y efectiva: ‘‘Estamos en camino a casa’’. Aunque la canción fue escrita por Paul para Linda, quizá Lennon no erraba al creer que se trataba de él; ‘‘tu y yo tenemos memorias más largas que el camino que se abre entre nosotros’’, canta McCartney, pero los recuerdos no son suficientes y el anuncio del adiós está hecho.
Enseguida encontramos a un Lennon punzante, parsimonioso e incisivo al mismo tiempo. Dig A Pony fue una de las pocas composiciones con genuino interés de parte del otrora líder de The Beatles para este disco. John se pone en modo Dylan con una base languideciente de rock-blues pero con intención penetrante en cada nota. Con Lennon todavía en el centro, el fondo cambia hacia una canción inesperadamente diferente pero muy emotiva. Across The Universe fue compuesta originalmente para un álbum benéfico, pero de alguna forma encontró lugar en este caótico disco.
Pero, suficiente de los egos más grandes del grupo, George tiene algo que tocar. I Me Mine, último tema compuesto por The Beatles un año después de las Get Back Sessions, ya sin Lennon, es un Harrison desenfadado que salta de una balada al rock & roll puro. El mensaje es claro y directo, una puñalada a la guerra de egos en los últimos días de The Beatles; el Beatle callado tenía intención y algo que decir.
Luego viene un pequeño puente con Dig It, originalmente más largo pero cortado por Spector. Lennon regresa a la cabeza, otra vez en modo Dylan, para escupir unas cuantas palabras con su irreverencia intacta hasta que llega McCartney, prácticamente a medio camino del álbum, para encauzar por completo las cosas hacia el final y dejarlo ser.
Paul soñó con su madre durante los turbulentos días de las Get Back Sessions, y esta le dijo que todo estaría bien, que lo dejara estar. Let It Be, con McCartney al piano es un chispazo de genialidad memorable. Quizá el resto del grupo simplemente está en piloto automático, pero cooperan, y la canción tiene suficiente con el alma del último Beatle.
Para animar el segundo tramo del disco luego de la emotividad, una vieja conocida trae de vuelta un poco de la energía de los primeros días de la banda. Maggie Mae vino a ver a The Quarrymen; la nostalgia se asoma cada vez más cerca del final. Y es que Paul tiene un presentimiento, mientras que John ha tenido un año pesado. I’ve Got a Feeling, una combinación bastante bien lograda de dos canciones incompletas, demuestran que la dupla Lennon/McCarney todavía puede llegar a complementarse de manera increíble si lo intentan.
Así que, por qué no un último regreso al más puro estilo de rock & roll clásico con One After 909, canción original de 1963, pero con un toque más pesado. Desafortunadamente, el largo camino que han recorrido contrasta mucho con esos primeros días. The Long And Winding Road, completamente alterada por Spector y su muro de sonido, es una canción bella y grandilocuente, sí, pero muy fuera de lugar con lo que había sonado a lo largo de este último trayecto.
A pesar de ese paso en falso, el recorrido está por terminar y aunque es triste, también puede ser dulce y divertido con un blues descafeinado. For Your Blue, de Harrison, se siente bien a través de esos sutiles slides cortesía de Lennon y enérgicos punteos por parte de George, que para nada intentan emular al Madison Blues de Elmor James. Harrison le canta a su dulce y encantadora chica, y eso es suficiente.
Pero, es tiempo de volver, dulce Loretta. El viaje debe concluir, es tiempo de regresar, de regresar a donde una vez perteneciste. Músicos experimentados, con una historia construida, háganlo una última vez como sólo ustedes sabían hacerlo. Lennon y Harrison en conjunto armonioso al servicio del rock & roll con cada punteo y acorde. McCartney rebota en cada bajeo y palabra, y Billy Preston agrega un toque especial con el piano eléctrico mientras Ringo sostiene todo, de nuevo, con percusiones mesuradas y certeras. Al más puro estilo rock-blues, Get Back, una canción sobre la inmigración, funciona también como metáfora del regreso de la banda, sólo que, ya no hubo a donde regresar luego del 8 de mayo de 1970.